VIACRUCIS PENITENCIAL DEL
CRISTO DE LA NOCHE OSCURA
- Día 3 de abril de 2012 –
Introducción:
Otro año más Señor, otra oportunidad para poder
acompañarte y sufrir contigo las penurias y los dolores de tu martirio.
Cristo, de nuevo te acompañamos para amarte en tu sufrimiento y para ser
testigos de tu entrega más absoluta ante la pasividad humana, de tu sacrificio
por nuestra salvación ante la negación de los muchos que niegan tu existencia,
tu realidad.
El viacrucis se convierte en una espléndida
oportunidad para contemplar y aprender de cada gesto, cada paso, cada postura
o palabra tuya y de los que fueron partícipes activos de este drama. Tú, Señor
nuestro con tu Pasión y Muerte nos revelas también la verdad sobre Dios y sobre
los hombres.
Pero no nos quedemos sólo con lo estético, no
nos conformemos sólo con portar o admirar la impresionante talla del Cristo de
la Noche Oscura. Si así lo hacemos todo puede quedar vacío. Hemos de saber
redescubrir una y otra vez su verdadero contenido, hemos de aprender a ver
marcado en su rostro el sufrimiento, la soledad, la injusticia, la tortura, el
dolor y la desolación de tantos y tantos hijos e hijas de Dios. Acompañemos a Jesús
e intentemos profundizar en la transmisión de sensaciones e ideas que desprende
en cada una de las estaciones del Viacrucis Penitencial. Y no olvidemos que no
tiene ningún sentido cargar sobre nuestros hombros nuestra venerada imagen si
no sabemos cargar con la más pequeña cruz de tantas personas que sufren junto a
nosotros o si no despierta en nosotros el cariño, la acogida y el acercamiento
a quienes viven “crucificados”.
La imagen de Jesús, que nos disponemos a
acompañar esta noche en su víacrucis, nos recuerda que Dios sufre con nosotros.
Que le duele el hambre de los niños de los países azotados por esta olvidada
injusticia, que sufre con los asesinados y torturados en los países que viven
la guerra cada día, llora con las mujeres maltratadas en su hogar o los
ancianos y enfermos privados de atención, padece con el dolor de los parados,
los jóvenes que no encuentran trabajo o los sin papeles, se entristece con
crisis de fe que vivimos. No sabemos explicarnos la raíz última de tanto mal.
Y, aunque lo supiéramos, no nos serviría de mucho. Sólo sabemos que Dios
sufre con nosotros y esto lo cambia todo.
Aquí estamos de nuevo Jesús, y lo hacemos para
seguir tus huellas, para seguir escuchando cómo nos pides ser “pescadores de
hombres”, en la creencia de que fuiste constituido por el Padre como Señor y
cabeza de la Iglesia. Su fuerza todopoderosa es la que se manifestó en Ti,
cuando te resucitó de entre los muertos y te hizo sentar a su lado, en los
cielos, mucho más arriba de todo poder, autoridad, dominio o cualquier otra fuerza
sobrenatural que se pueda mencionar no solo en este mundo, sino también en el mundo
futuro.
Primera Estación:
JESÚS EN EL HUERTO DE LOS OLIVOS
V/ Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R/ Porque con tu santa cruz redimiste al mundo.
Del evangelio de San Marcos: (14, 32-36)
Llegaron al huerto llamado Getsemaní, y dijo a
sus discípulos: “Quedaos aquí mientras voy
a orar ”. Tomó consigo a Pedro, a
Santiago y a Juan, y comenzó a sentir terror y angustia; y les dijo:
“Me muero de tristeza; quedaos aquí y velad conmigo ”. Avanzó unos pasos, cayó de bruces y pidió
que, si era posible, pasara lejos de él aquella hora.
Decía: “¡Abbá, Padre!, todo te es posible; aparta de mí este cáliz, pero
no sea lo que yo quiero, sino lo que quieres tú ”
MEDITACIÓN:
Aún a sabiendas de que está cerca el momento,
decide reunirse con sus amigos para celebrar la última de sus cenas, decide en
ella compartir con ellos sus últimas palabras, su último mandamiento “Amaos unos a otros como yo os he amado ” y en el culmen de su entrega amorosa decide regalarse
Él mismo en la institución de la Eucaristía: “Tomad y comed esto es mi cuerpo… ” “Tomad y bebed porque esta
es mi sangre derramada por vosotros para el perdón de los pecados ”.
Sin embargo Cristo no es ajeno a que será
entregado, a que uno de los suyos constituirá la mayor de las traiciones.
Quizás por envidia, quizás por egoísmo, quizás por no llegar a entender todo
cuanto les había transmitido.
En el huerto de los olivos Cristo Jesús ora y
lo hace como muchos de nosotros lo hacemos en momentos desesperados, Cristo se
dirige al Padre temiendo por su futuro: “Padre, si es posible, pase de mi este
Cáliz”. Pero es obediente, Cristo sabe que es amado por Dios, sabe que pese al
sufrimiento que se le pueda avecinar Dios tendrá para Él preparada la mejor de
las recompensas. Jesús confía y obedece al Padre.
¡Cuántas veces nos lo repitió! ¡Cuántas veces
nos lo han repetido a lo largo de nuestras vidas!, sin embargo, seguimos sin
entender, sin querer entender el verdadero valor de la oración. Quizás
tendríamos que empezar por aprender a orar. Quizás no somos capaces de entender
que la oración nos pone en contacto con Dios, la que me manifiesta su realidad
palpable, la que consigue que lo considere como algo cercano y accesible. Orar
a Dios es comunicarme con Él, acercarme a Él, escucharlo y descubrir lo que
quiere de mí. Sin oración Dios está cada vez más alejado y así mi fe va
muriendo.
Orar es saber estar a solas con aquel que
sabemos nos ama. Debemos arriesgarnos a escuchar a Dios, la Palabra con que nos
habla de Él y de nosotros. Atreverse a escuchar en el silencio del corazón al
que nos habita.
¿De verdad se puede rezar honradamente si no se hace algo por los que sufren
y lloran ? (Benedicto XVI)
Debemos orar siempre, no hasta que Dios nos
escuche, sino hasta que consigamos oír a Dios.
ORACIÓN:
Ayúdame, Señor de mi vida, a que no sea en vano
mi paso por este mundo.
Ayúdame, Señor de mis días, a que no sea un
castigo para mi prójimo.
Ayúdame, Señor de mis horas, a que no esté
atado a mi propio yo.
Ayúdame, Señor de mi alma, a que no esté
ausente allí donde me necesitan.
Amén.
PADRE NUESTRO.
Señor pequé, tened piedad y misericordia de mí.
Segunda Estación :
JESÚS TRAICIONADO POR JUDAS Y ARRESTADO.
V/ Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R/ Porque con tu santa cruz redimiste al mundo.
Del evangelio de San Marcos (14, 43, 45-46 )
“Todavía estaba hablando, cuando de pronto se
presentó Judas, uno de los Doce, acompañado de un grupo con espadas y palos, de
parte de los sumos sacerdotes, de los escribas y de los ancianos. El que le iba
a entregar les había dado esta contraseña: “Aquel a quien yo dé un beso, ése
es, prendedle y llevadle con “cautela”. Nada más
llegar, se acercó a él y le dijo: “Rabí”, y le besó. Ellos le echaron mano y le
prendieron”.
MEDITACIÓN:
¿Cómo entendemos la traición? ¿Hasta dónde
somos capaces de comprender lo que supone ser traicionado por
otro?
No resultó ser un abandono o un desprecio de un
desconocido, fue una deslealtad de uno de sus amigos, de uno de
sus mejores amigos.
¡Con cuánta facilidad vemos lo injusta que
llega a ser una traición cuando la vivimos en nuestras propias carnes,
qué infundados motivos tiene quien la realiza si es para causar dolor a uno de
los nuestros, si es para entregar al mismísimo Hijo del hombre! Pero, ¿y
nuestras desobediencias, y nuestros desaires, y nuestras críticas hacia a
nuestros propios hermanos y amigos, y esas promesas incumplidas a quien
solicita de nosotros un poco más de atención?
No somos distintos, Señor, Tú bien lo sabes.
Seguimos traicionando a quienes más queremos, seguimos vendiendo nuestra
felicidad o nuestro protagonismo a costa de los que más nos quieren y
necesitan.
Vivimos en un mundo donde intentamos sacar
continuamente un beneficio de toda actividad. Vendemos nuestras
ideas, nuestras convicciones morales y religiosas acercándonos en cada momento
a la que menos preocupaciones me causa, a la que menos compromiso acarrea.
Somos capaces de traicionar a un amigo por la
más mísera de las recompensas: el reconocimiento de los demás.
Los poderosos controlan a los débiles con el
poder del dinero, incluso las mismas guerras se hacen por dinero y generan
dinero. ¿Cómo podemos consentir que la muerte de millones de inocentes
enriquezca a determinados países? ¿Cómo podemos contemplar impávidos que la
solidaridad de los “ricos” sea sinónimo de beneficios económicos?
La miseria y el hambre de las tres cuartas
partes de la humanidad, están producida por los intereses económicos de
los poderosos.
Miremos nuestro corazón y reconozcamos cuánto
hay de Judas en él.
ORACIÓN: (Cofradía
del Prendimiento)
PADRE NUESTRO…
Señor, pequé, tened piedad y misericordia de mí
Tercera Estación:
JESÚS ES CONDENADO POR EL SANEDRIN
V/ Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
C/ Porque con su santa cruz redimiste al mundo.
Del evangelio de San Marcos (14, 55.60-61 s. )
Llevaron a Jesús ante el sumo sacerdote; y se
reunieron todos los sumos sacerdotes, los ancianos y los maestros de la ley en
pleno. Buscaban un testimonio contra él para condenarlo a muerte, y no lo
encontraban.
Algunos se levantaron para testificar en falso
diciendo: “Nosotros le hemos oído
decir: Yo derribaré este templo hecho por mano de hombre, y en tres días
edificaré otro que no estará hecho por manos humanas ”. Entonces, en medio de la asamblea, se
levantó el sumo sacerdote y preguntó a Jesús: “¿No respondes nada a los que testifican contra ti? ” Él permaneció callado y no respondió a nada.
De nuevo el sumo sacerdote le preguntó: “¿Eres tú el Mesías, el hijo del Bendito?” Jesús le dijo: “¡Yo soy!, y veréis al hijo del hombre sentado a la diestra del
todopoderoso y venir entre las nubes del cielo”.
El sumo sacerdote se rasgó las vestiduras y
dijo: “¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Habéis oído la
blasfemia ”. Todos lo condenaron a
muerte, se pusieron a escupirlo, le taparon la cara y lo abofeteaban.
MEDITACIÓN:
Escucha bien hermano: tú que portas la imagen
del Cristo de la Noche Oscura; o tú que lo acompañas con un
farol o un banderín; escucha bien hermano que permaneces en la acera
contemplando este viacrucis; o tú que caminas orando tras la bandera de la
cofradía: ¿Cuántas veces has recurrido a ocultar la verdad por tu propio
interés, cuántas veces has recurrido a la mentira, a no dar la cara por salvar
una situación problemática?
Jesús pudo hacerlo y sin embargo no se
escondió; y lo hizo por ti, sí por ti y por mí, por todos nosotros. Un gesto
todavía incomprensible para muchos, veintiún siglos después: “Sí, yo lo soy ”
Jesús da la cara, Jesús no se esconde, Jesús es
valiente, dice la verdad y ofrece la otra mejilla para ser abofeteado, Jesús
sabe que sufrirá y sin embargo confía en Dios; se muestra compasivo con quienes
lo agreden e insultan; calla ante el desprecio y sigue sintiéndose orgulloso de
ser Hijo de Dios, como tú o como yo: Hijo de Dios.
Y es que los que dicen la verdad, los que
arriesgan su vida por una causa noble, los que inquietan al poder
religioso o político establecido, molestan, estorban, y hay que eliminarlos de
cualquier forma.
· Hoy condenamos a no nacer.
· Condenamos a morir de
hambre.
· Condenamos a sufrir
marginación por ser distinto.
· Condenamos a arriesgar la
vida en pateras por buscar un poco de dignidad.
· Condenamos a la ignorancia
o el olvido por no pensar como la mayoría.
¡Qué poca valentía muestra nuestro mundo ante
tanta condena!, ¡qué poco arriesgamos ante tanta condenas a muerte!
ORACIÓN:
Señor Jesús, ¡cómo nos cuesta decir la verdad!
Pero sólo la verdad rompe las cadenas del pecado y libera. Por eso, aunque
sabes que vas a morir, te declaras Hijo de Dios. Verdad anunciada y proclamada
sin tapujos, frente a cualquier adversidad. Señor, quiero seguir tu camino y
anunciarte con sinceridad.
PADRE NUESTRO:
Señor pequé. Ten piedad y compasión de mí.
Cuarta Estación:
JESÚS, ES NEGADO POR PEDRO.
V/ Adorémoste, Cristo, y te bendecimos
C/ Que con tu santa cruz redimiste al mundo:
Del evangelio de San Mateo ( 26, 69-75 )
Pedro estaba sentado fuera, en el patio; se le
acercó una criada y le dijo:
- También tú andabas con Jesús el Galileo.
El lo negó delante de todos diciendo:
- ¡No sé de que me hablas !
Al salir al portal no vio la otra y dijo a los
que estaban allí:
- Este andaba con Jesús Nazareno.
Otra vez lo negó, jurando:
- no conozco a ese hombre.
Al poco rato se le acercaron los que estaban
allí y le dijeron:
- Tú también eres de ellos, seguro; se te nota
en el habla.
Entonces Pedro se pudo a echar maldiciones y a
jurar.
- ¡No conozco a ese hombre!
Y en seguida cantó un gallo. Pedro se acordó de
las palabras de Jesús: “antes que cante el gallo me negarás tres veces”.
Y
saliendo fuera, lloró amargamente.
MEDITACIÓN:
Mientras se desarrolla el proceso contra Jesús
ante el Sanedrín tiene lugar la escena más triste de la vida de Pedro. Él, que
lo había dejado todo por seguir a nuestro Señor, que ha visto tantos prodigios
y ha recibido tantas muestras de afecto, ahora le niega rotundamente. Se siente
acorralado y niega hasta con juramento conocer a Jesús.
Nervioso, lleno de miedo y sudor, ante un
puñado de mujeres y soldados, Pedro públicamente niega conocer a aquel hombre.
Él muy decidido e impulsivo, le había dicho, “aunque todos te abandonen, yo, jamás”.
Ha negado conocer a su Señor, y con eso niega
también el sentido hondo de su existencia: ser Apóstol, testigo de la vida de
Cristo, confesar que Jesús es el Hijo de Dios vivo. Su vida honrada, su
vocación de Apóstol, las esperanzas que Dios había depositado en él, su pasado,
su futuro: todo se ha venido abajo. ¿Cómo es posible que diga no conozco a ese hombre?
¡Qué poco sabía Pedro de la debilidad de los
hombres, de la cobardía, de lo fácil que es prometer y lo difícil que es ser
fiel y constante! El gallo le sirvió de despertador.
El pecado, la infidelidad en mayor o menor
grado, es siempre negación de Cristo y de lo más noble que hay en nosotros
mismos, de los mejores ideales que el Señor ha sembrado en nosotros. El pecado
es la gran ruina del hombre. Por eso hemos de luchar con ahínco, ayudados por
la gracia, para evitar todo pecado.
Cuántas veces, en los momentos de intimidad, de
oración, de contacto con el Señor, nosotros al igual que Pedro le hemos dicho,
Señor yo no, los otros mienten, roban, matan, son infieles, yo no, yo aunque no
quede nadie que te defienda, yo siempre estaré a tu lado, seré de los tuyos. Y
a la primera de cambio, a la menor de las presiones y por no sufrir una
situación de ridículo, cuanto todos se muestran enemigos del cristianismo
callo, y con el silencio me hago cómplice, con mi silencio te niego Señor.
Incluso en nuestro arrepentimiento te
traicionamos porque somos
capaces de pedirte perdón, sentirnos perdonados
y nuevamente negarte.
Si yo no formo parte de los que te traicionan
más descaradamente:
¿Por qué seguimos haciendo negocio con tu
nombre?
¿Por qué desvirtuamos las celebraciones que en
tu honor hacemos?
¿Por qué en mi trabajo olvido a mis compañeros?
¿Por qué en mi vida me estorban los que padecen
y sufren?
ORACIÓN:
Señor Jesús, tú declaras ante un tribunal, y
Pedro te niega ante al criada. Y, en Pedro, mis negaciones de cada día, fruto
del miedo a quedar mal, de la falta de coraje a vivir comprometido. Señor,
quiero decir no, a la cobardía, al falso respeto, a todo lo que me impida ser
tu testigo.
PADRE NUESTRO.
Señor pequé, ten piedad y misericordia de mí.
Quinta estación:
JESUS ES CONDENADO A MUERTE
V/ Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
C/ Porque con tu santa cruz redimiste al mundo.
Pilato preguntó:
— "¿Eres tú el Rey de los judíos?"
(Jn 18, 33)
Jesús contestó:
—"Mi Reino no es de este mundo. Si mi
Reino fuese de este mundo, mi gente habría combatido para que no fuese
entregado a los judíos: pero mi Reino no es de aquí" (Jn 18, 36).
Entonces Pilato le dijo:
— "¿Luego tú eres Rey?"
Respondió Jesús:
—"Sí, como dices, soy Rey. Yo para esto he
nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo
el que es de la verdad, escucha mi voz".
Le dice Pilato:
— "¿Qué es la verdad?"
Con esto, el procurador romano consideró
terminado el interrogatorio. Volvió a salir donde los judíos y les dijo:
"Yo no encuentro ningún delito en él"
(cf. Jn 18, 37-38)
REFLEXIÓN:
Jesús, el mundo aún te enjuicia. Sigue
preguntando “Quién eres y por qué exiges lo que exiges”. Se hace una y otra vez
la misma pregunta: "Si eres el Hijo de Dios, ¿por qué permites que el
mundo esté en este estado? ¿Porqué tanto silencio?"
Pilato intenta escapar a la voz de la
conciencia que le ordenaba reconocer la verdad y seguirla. El hombre que no se
deja guiar por la verdad, llega a ser capaz incluso de emitir una sentencia de
condena de un inocente.
Así lo entendieron los acusadores judíos y no
cesaron en su empeño: reclaman con obstinación la muerte en cruz. Las
decisiones a medias, a las que recurre Pilato, no le sirven de nada. No es
suficiente infligir al acusado la pena cruel de la flagelación. Cuando el
Procurador presenta a la muchedumbre a un Jesús flagelado y coronado de
espinas, parece como si con ello quisiera decir algo que, a su entender,
debería doblegar la intransigencia de la plaza. Señalando a Jesús, dice:
"Ecce homo!" "Aquí tenéis
al hombre".
Pero la respuesta es: "¡Crucifícalo,
crucifícalo!"
Pilato intenta entonces negociar: "Tomadlo
vosotros y crucificadle, porque yo ningún delito encuentro en él" (cf. Jn 19, 5-7).
Está cada vez más convencido de que el imputado
es inocente, pero esto no le basta para emitir una sentencia absolutoria.
Entonces, los acusadores recurren a un
argumento decisivo: "Si sueltas a ése, no eres amigo del César; todo el
que se hace rey se enfrenta al César" (Jn 19,12).
Es una amenaza muy clara. Intuyendo el peligro,
Pilato cede definitivamente y emite la sentencia, si bien con el gesto
ostentoso de lavarse las manos:
"Inocente soy de la sangre de este justo.
Vosotros veréis" (Mt 27, 24).
Así fue condenado a la muerte en cruz Jesús, el
Hijo de Dios vivo, el Redentor del mundo.
“¡Sea crucificado!” (Mt 27, 22)
Este grito resuena con fuerza cada vez que un
ser humano es maltratado es injuriado o criticado. Diariamente cada uno de
nosotros nos convertimos en juez. Nos consideramos con derecho a juzgar y
condenar el comportamiento de los otros, pero rechazamos ser objeto de la
crítica o del juicio ajeno.
Siempre encontramos una justificación para
nuestras culpas y errores. Jesús responde con el silencio frente a la
hipocresía y a la soberbia del poder, la indiferencia de quienes no asumen su
propia responsabilidad. Confirma así la enseñanza que dio a sus discípulos: “No juzguéis y no seréis juzgados, no condenéis
y no seréis condenados” (Lc 6, 37).
Jesús ante Pilato, ante la muchedumbre,
maniatado, se siente libre. Al aceptar el misterio de la Cruz nos indica el
verdadero amor y la verdadera justicia.
No nos quedemos en decidir solo a medias. No
nos conformemos con lavarnos las manos. Queda siempre la responsabilidad por la
sangre de los inocentes.
Por ello Cristo imploró con tanto fervor por
sus discípulos de todos los tiempos: Padre, "Santifícalos en la verdad: tu
Palabra es verdad" (Jn 17, 17).
ORACIÓN
Mi Señor Sentenciado, Jesús de mis amores
Cuando te miren mis ojos al sonido del tambor y
la corneta
o en el silencio de la oración, arda en mí la
llama de tu amor
la fe para fiarme de Ti, la esperanza para
esperarte siempre y
la caridad para amarte a Ti y en Ti a todos mis
hermanos los hombres.
Mi Señor en su Sentencia, humildad,
mansedumbre, ternura y paciencia.
Seas Tú para nosotros El Camino, La Verdad y La
Vida.
(Sor Clara Filomena Murciano)
Te lo pedimos a Ti que vives y reinas por los
siglos de los siglos.
PADRE NUESTRO.
Señor Pequé, tened piedad y misericordia de mí.
Sexta Estación:
JESUS CARGA CON LA CRUZ
V/ Adorémoste, Cristo, y te bendecimos
C/ porque con tu santa cruz redimiste al mundo.
Del Evangelio según San Marcos. 15, 20
Cuando se hubieron burlado de él, le quitaron
la púrpura, le pusieron sus ropas y lo sacan fuera para crucificarle.
Y cargando Él mismo con la Cruz, salió al sitio
llamado “de la calavera” (Jn 19, 17).
MEDITACIÓN:
¿Cómo un ser humano pudo imponerte esa carga
sobre tu cuerpo despedazado y sangriento, Señor? Cada
movimiento de la cruz clavaron más las espinas en Tu Cabeza. ¿Cómo pudiste
evitar que el odio no creciera en tu corazón? ¿Cómo es que toda esta injusticia
no confundió toda tu paz?
Te contemplamos, Cristo cargado con la cruz,
deberíamos oír tu voz que nos dice: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz
cada día, y sígame ”.
Y es precisamente a eso a lo que los cristianos
estamos llamados, a tomar nuestra cruz cada día, a abrazar las dificultades e
imitar a Jesús en su derroche generoso. Como seguidores de Cristo, hermanos de
fe y miembros de asociaciones cristianas no podemos desfallecer en nuestro
intento de transmitir la verdad más absoluta de todas: EL AMOR.
La cruz de Jesús no fue ni es un adorno, es un
patíbulo “escándalo para los judíos, necedad para los griegos, pero
para los que se acercan a Cristo, salvación”.
Qué difícil nos resulta, Señor, saber soportar
el peso de nuestras culpas, de nuestros errores y qué fácil y llevadero parece
ser Cada uno llevamos nuestra
cruz, forma parte de nuestra condición de hombre; pero la suya tenía potestad
para aligerar las restantes. Nuestro mayor pecado está en intentar aliviar el
peso de nuestra propia cruz para cargar más la de los demás.
ORACIÓN:
Que yo comprenda, Señor, el valor de la cruz,
de mis pequeñas cruces de cada día, de mis achaques, de mis dolencias, de mi
soledad.
Dame convertir en ofrenda amorosa, en
reparación por mi vida y en apostolado por mis hermanos, mi cruz de cada
día.
Te lo pedimos a Ti que vives y reinas por los
siglos de los siglos.
PADRE NUESTRO.
Señor peque, tened piedad y misericordia de mi.
Séptima estación:
JESUS SE ENCUENTRA CON SU MADRE.
V/ Adorémoste, Cristo, y te bendecimos
C/ porque con tu santa cruz redimiste al mundo.
"No temas, María, porque has encontrado
gracia ante Dios.
Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo,
y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del
Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la
casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin" (Lc 1,30-33).
MEDITACIÓN:
María recordaba estas palabras. Las consideraba
a menudo en la intimidad de su corazón.
Cuando en el camino hacia la cruz encontró a su
Hijo, quizás le vinieron a la mente precisamente estas palabras con una fuerza
particular. Su Esperanza se transformó en deseo de Auxilio. Pero la Fe jamás
decayó.
"Reinará... Su reino no tendrá fin ", había dicho el mensajero celestial.
Ahora, al ver que su Hijo, condenado a muerte,
lleva la cruz en la que habría de morir, podría preguntarse llena de Angustias
y Dolores: ¿Cómo se cumplirán aquellas palabras? ¿De qué modo reinará en la
casa de David? ¿Cómo será que su reino no tendrá fin?. Son preguntas
humanamente comprensibles.
María, sin embargo, recuerda que tiempo atrás,
al oír el anuncio del Ángel, había contestado: "Aquí está la esclava del
Señor; hágase en mí según tu palabra" (Lc 1,38).
Ahora ve que aquellas palabras se están
cumpliendo como palabra de la cruz. Porque es madre, María la siempre llena de
Gracia sufre profundamente. No obstante, responde también
ahora como respondió entonces, en la anunciación: "Hágase en mí según tu
palabra". Una muestra inequívoca de su Amor.
De este modo, maternalmente, abraza la cruz
junto con el Divino Condenado. María es Caridad hacia su Hijo y
asume las Penas del hijo de sus entrañas. En el camino hacia la cruz, pese a su
Amargura, María se manifiesta como Madre del Redentor del mundo.
Las madres: ellas son las que día a día nos
enseñan, al igual que María, como guardan en su corazón todas las experiencias
con los hijos, ellas son las que sirven de guía y consuelo.
Ellas, en su personal Soledad y llenas de Paz
siguen diciendo: “aquí me tienes para lo que necesites”. Ellas como María,
siempre dispuestas.
ORACIÓN
Oh María, tú que has recorrido el camino de la
cruz junto con tu Hijo, quebrantada por el dolor en tu corazón de madre, pero recordando siempre el fiat e íntimamente
confiada en que Aquél para quien nada es imposible cumpliría sus promesas, suplica para nosotros y para los hombres de las
generaciones futuras la gracia del abandono en el amor de Dios.
Haz que, ante el sufrimiento, el rechazo y la
prueba, por dura y larga que sea, jamás dudemos de su
amor.
Te lo pedimos a Ti que vives y reinas por los
siglos de los siglos.
PADRE NUESTRO.
Señor peque, tened piedad y misericordia de mi.
Octava estación:
JESUS CAE BAJO EL PESO DE LA CRUZ
Triturado por nuestros crímenes (Is, 53,5).
Jesús cayó bajo el peso de la Cruz varias veces
en el camino
del Calvario (Tradición de la Iglesia de
Jerusalén).
V/ Adorémoste, Cristo, y te bendecimos
R/ Porque con tu santa cruz redimiste al mundo.
La Sagrada Escritura no hace referencia a las
caídas de Jesús, pero es lógicoque perdiera el equilibrio muchas veces. La
pérdida de sangre por el desgarramiento de la piel en los azotes, los dolores
musculares insoportables, la tortura de la corona, el peso del madero… no hay
palabras para describir tanto sufrimiento.
Todos tenemos experiencia de haber tropezado y
caído al suelo. ¡Con que rapidez nos levantamos, para no hacer el ridículo!
Contempla a Jesús en el suelo y a los que le
rodean: le miran con sorna y alguno le da un puntapié para que se levante por
sí mismo. ¡Qué ridículo, qué humillación! Dice el salmo: “Y yo gusano, que no
hombre, vergüenza de la gente, asco del pueblo; al verme se burlan de mí, hacen
muecas, menean la cabeza” (Sal.22.7-8).
Jesús sufre con todos los que tropiezan en la
misma piedra y se desploman sin fuerzas, víctimas del alcohol, de las drogas o
de otras dependencias que los esclavizan; para que -apoyados en Él, y en
quienes los socorren- se levanten.
(Homenaje a la Hermandad de la Caída por su presencia en las JMJ
del pasado año)
ORACIÓN:
AMADO Jesús mío: más que el peso de la Cruz,
son mis pecados los que os hacen sufrir tantas penas. Por los méritos de esta
primera caída, libradme de incurrir en pecado mortal. Os amo, ¡oh Jesús, amor
mío!, más que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido;
no permitáis que vuelva a separarme de Vos otra vez; haced que os ame siempre y
disponed de mí como os agrade. Amén. (Viacrucis de S. Alfonso María de Ligorio)
PADRE NUESTRO.
Señor peque, tened piedad y misericordia de mi.
Novena estación:
JESUS ES AYUDADO POR EL CIRINEO A LLEVAR LA
CRUZ
V/ Adorémoste, Cristo, y te bendecimos
R/ Porque con tu santa cruz redimiste al mundo.
Del evangelio de San Lucas ( 23,26 )
Mientras lo conducían, echaron mano a un tal
Simón de Cirene, que volvía del campo, y le cargaron con la cruz para que la
llevara detrás de Jesús?”
MEDITACIÓN:
Hasta Cristo, aún siendo hijo de Dios, tuvo que
soportar la debilidad y el cansancio. Cristo no pudiendo continuar por sí solo
hubo de ser ayudado por un anónimo, por un cualquiera que observaba la escena.
El Cirineo tendría sus dudas, posiblemente
planteara una rotunda negativa ¿por qué tenía él que ayudar a ese condenado?,
¿qué había hecho él para sufrir el peso de un madero?, ¿qué recompensa
obtendría con tal gesto?
Sin embargo, a buen seguro, cuando dejó de
prestar su fuerza para que Cristo sintiese alivio, experimentó una paz interior
propia del que sabe que ha hecho algo por alguien, de quien ha sido solidario
con quien necesita un apoyo.
¿Por qué nos cuesta tanto ser solidarios con
los demás Jesús? ¿Por qué somos tan reticentes a participar voluntariamente en
acciones humanitarias?
¿Por qué sólo el maldito dinero es el que nos
incentiva a hacer algo por los demás? ¡Hasta en la caridad somos interesados!
Cristo no fue capaz de suplicar ayuda, pese al
enorme martirio que estaba soportando. Muchos de los que nos rodean tampoco lo
harán: no lo harán por vergüenza, no lo harán por orgullo, no lo harán porque
no ven que alguien les pueda ayudar, no lo harán…
¿Dónde estaban los amigos de Jesús? ¿Dónde
estaban los que afirmaban que jamás lo abandonarían? ¿Dónde estamos nosotros
cuando se nos necesita?
Seguimos siendo muchos los “cristos” y pocos los “cirineos”.
ORACIÓN:
Señor, tú dijiste: “Si alguno quiere venir en
pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame” (Mc 8, 34).
¿Cómo puedo hacerlo?
Enséñamelo tú,
y con tu gracia vence en mí
el miedo al odio ajeno,
el miedo al dolor,
el miedo a una muerte solitaria,
el miedo al miedo.
Señor, apiádate de mi debilidad.
Tú que vives y reinas con Dios Padre, por los
siglos de los siglos.
PADRE NUESTRO.
Señor Pequé tened piedad y misericordia de mí
Décima Estación:
JESUS ES DESPOJADO DE SUS VESTIDURAS
V/ Adorémoste, Cristo, y te bendecimos.
R/ Porque con tu santa cruz redimiste el mundo.
Lo crucifican y se reparten sus ropas, echándolas
a suerte (Mc 25, 24).
De la planta del pie a la cabeza no queda parte
ilesa (Is 1,6).
MEDITACIÓN:
No cabe mayor verdad. No basta con haberte
visto padecer el martirio de la humillación y el azote. No basta con haber
vivido tu injusta condena, no nos basta con haberte visto padecer portando un
madero y cayendo duramente al suelo… no nos basta. Ahora quedas desnudo, la
palabra al desnudo, el Amor puro ante nuestros ojos.
Te desnudamos para provocar más humillación,
como desnudamos a nuestras mujeres con el maltrato, como olvidamos a los
pequeños que pasan hambre en el Cuerno de África, como nos desentendemos del
parado que suplica un trabajo para dar de comer a su familia, como desoímos los
gritos desesperados de los que sufren la adición a las drogas o el alcohol.
Simplemente sentimos lástima porque es fácil
compadecerse de uno que sufre. La maldita costumbre de ver situaciones donde la
fragilidad del ser humano queda al descubierto, donde el dolor más inadmisible
ha dejado su marca, hace que ni siquiera nos inmutemos, que permanezcamos
estériles al padecimiento, que sigamos pensando que esas imágenes no van a
enturbiar mi plácida y acomodada situación.
Tú Jesús sigues afirmando: “¡Heme aquí que vengo!'...para hacer, ¡oh Dios!, tu voluntad”(sal 40[39],9; Heb 10,7). “Yo hago siempre lo que es de su agrado ” (Jn 8,29). Este cuerpo desnudo cumple la
voluntad del Hijo y del Padre en cada llaga, en cada estremecimiento de dolor,
en cada músculo desgarrado, en cada reguero de sangre que corre, en todo el
cansancio de sus brazos, en los cardenales de cuello y espaldas en el terrible
dolor de las
sienes. Este cuerpo cumple la voluntad del
Padre cuando es despojado de sus vestidos y tratado como objeto de suplicio,
cuando encierra en sí el inmerso dolor de la humanidad profanada.
Jesús ahí desnudo nos sigue diciendo igual que
a las mujeres que encontró en el camino: “no lloréis por mí, llorar por vosotros y por
vuestros problemas”, mejor aún, tratar de
solucionar todo ese tipo de problemas que hacen sufrir al inocente, mejor
actuar que llorar, mejor solidarizarse en la solución del problema que lamentarse
por él.
ORACIÓN:
Señor Jesús, que con total entrega has aceptado
la muerte de cruz por nuestra salvación, haznos a nosotros y a
todos los hombres del mundo partícipes de tu sacrificio en la cruz, para que
nuestro existir y nuestro obrar tengan la forma de una participación libre y
consciente en tu obra de salvación.
Tú que vives y reinas por los siglos de los
siglos.
PADRE NUESTRO.
Señor pequé, tened piedad y misericordia de mí.
Undécima Estación:
JESÚS ES CRUCIFICADO
V/ Adorémoste, Cristo, y te bendecimos.
R/ Porque con tu santa cruz redimiste el mundo.
Del evangelio de San Marcos ( 15,24-26 )
“Condujeron a Jesús al Gólgota (que significa
La Calavera ) y le ofreciendo vino con mirra, pero el no lo tomó. Lo crucificaron
y se repartieron su ropa echándola a suertes para ver que se llevaba cada uno. Era media mañana cuando lo crucificaron. En el letrero estaba escrita la causa de su condena:
EL REY DE LOS JUDIOS. Crucificaron con él a dos bandidos, uno a la
derecha y el otro a la izquierda”
MEDITACIÓN:
El crucificado desenmascara como nadie nuestras
mentiras y cobardías. Desde el silencio de la cruz, Él es
el juez más firme y manso del aburguesamiento de nuestra fe, de nuestra
acomodación al bienestar y nuestra indiferencia ante los crucificados. Para
adorar el misterio de un “Dios crucificado”, no basta con acompañarlo cada
martes santo; es necesario, además, acercarnos un poco más a los
“crucificados”, semana tras semana. Es necesario vivir como lo hizo el
“crucificado”, atender sus a sus palabras y aceptar el compromiso de ser uno
más de los hijos de un Dios que nos ama a todos por igual.
Ha llegado la hora suprema. Jesús es cosido a
la cruz. Sus brazos extendidos acogen a los alejados, reconcilia a los
enemigos, reúne a los dispersos. Es señal de abrazo universal. Era más que una
ascensión. Se trata de la exaltación de un monarca, como será el letrero
clavado en lo más alto.
Letrero trilingüe por encima de la cabeza del
crucificado: quería que su realeza llegase a todas las gentes.
Todo está consumado. Ya no queda nada más que
dar, es su última
lección de entrega de amor y desprendimiento.
Le dan un sedante para calmar aquellos dolores
atroces, pero él no quiere nada, sólo cumplir su misión, y hasta el
final beber el trago amargo de su condena.
El árbol seco de la vida, es regado con la
sangre generosa del Justo del Siervo de Yahvé.
Siempre ha sido difícil entender la locura de
la cruz, necedad para el mundo y salvación para el cristiano. La liturgia canta
la paradoja: «¡Dulces clavos! ¡Dulce árbol donde la Vida empieza con un peso
tan dulce en su corteza!».
Ahí quedas solitario y desnudo, Señor. No me
queda menos que guardar silencio y mirarte, contemplar tu desgarrado cuerpo.
Guardo silencio por el dolor que sufriste por todos y cada uno de nosotros.
ORACIÓN:
En las tinieblas densas de mis dudas y
ansiedades, de mis egoísmos, de mis preocupaciones y de mi dolor, me acerco a
Ti, Cristo de la Noche Oscura.
Cada año te acompaño en tu lenta agonía del Vía
Crucis Penitencial; acompáñame Tú cada día en mi trabajo, para que Tu presencia
colme mi vida de fe, de caridad y de amor al sacrificio
PADRE NUESTRO.
Señor pequé, tened piedad y misericordia de mí.
Duodécima Estación:
JESÚS PROMETE SU REINO AL BUEN LADRÓN
V/ Adorémoste, Cristo, y te bendecimos.
R/ Porque con tu Santacruz redimiste al mundo.
Del evangelio de San Lucas ( 23, 39,40-42 )
“Uno de los malhechores crucificados, lo escarnecía diciendo:
- ¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti y a
nosotros.
Pero el otro lo encrespó:
- ¿Ni siquiera tú sufriendo la misma pena,
tienes temor de Dios? y nuestra causa es justa, nos dan nuestro merecido; en
cambio éste no ha hecho nada malo.
Y añadió:
- Jesús, acuérdate de mí cuando vuelvas como
rey”
MEDITACIÓN:
Ahora ejerces como rey supremo. Entre los que
siempre quisiste: los marginados. Una nueva catequesis donde contemplamos el
bien y el mal enfrentados, al igual que ocurre en nuestras vidas. No puedes
dejar esta vida sino es con los que siempre estuvieron a tu lado, con pecadores
viviste y con pecadores vas a morir. Para has venido al mundo Jesús, para
salvarlos.
Cristo vuelve a hablarnos desde la Cruz, tu arrepentimiento
sincero produce frutos, tu súplica por el perdón es escuchada y se nos promete
la vida eterna, el paraíso celestial. Cristo, está ahí siempre, dispuesto a
atender nuestras súplicas, dispuesto a perdonar nuestras ofensas, dispuesto a
regalarnos su perdón.
Pero somos obstinados: ¡Cuantas son las
ocasiones en que la mayoría de nosotros, ante el sufrimiento, el dolor, la
enfermedad, actuamos como el mal ladrón! “Si eres Dios, si eres Poderoso, si me
amas; líbrame, haz que no me ocurra esto a aparta de mí esta calamidad”… Y
llegamos hasta pedir un milagro como condición de credibilidad, de amor. (Manolo Molina)
ORACIÓN:
Alma
de Cristo, santifícame.
Cuerpo
de Cristo, sálvame.
Sangre
de Cristo, embriágame.
Agua
del costado de Cristo, lávame.
Pasión
de Cristo, confórtame.
¡Oh,
buen Jesús!, óyeme.
Dentro
de tus llagas, escóndeme.
No
permitas que me aparte de ti.
Del
maligno enemigo, defiéndeme.
En
la hora de mi muerte, llámame,
y
mándame ir a ti,
para
que con tus santos te alabe
por
los siglos de los siglos.
PADRE NUESTRO:
Señor pequé, tened piedad y misericordia de mí.
Decimotercera Estación:
JESÚS MUERE EN LA CRUZ
V/ Adorémoste, Cristo, y te bendecimos.
R/ Porque con tu santa cruz redimiste al mundo.
Del evangelio de San Marcos ( 15,34.36,37 )
“Al llegar el mediodía toda aquella tierra quedó
en tinieblas, hasta media tarde.
A media tarde gritó Jesús muy fuerte.
- Eloí, Eloí, lemá sabaktani (que significa: “Dios
mío, Dios mío,¿por qué me has abandonado?.
Y Jesús dando un fuerte grito, expiró. Y la cortina
del santuario se rasgó en dos, de arriba abajo.
El capitán, que estaba frente a él, al ver que
había expirado dando aquel grito, dijo:
- Verdaderamente este hombre era hijo de Dios.
MEDITACIÓN:
El «poder de las tinieblas» parece dominar
sobre la tierra donde Dios muere. Sí, el Hijo de Dios, por ser verdaderamente
hombre y hermano nuestro, debe beber también el cáliz de la muerte. Así es como
Cristo «se asemeja en todo a sus hermanos», se hace plenamente uno de nosotros,
presente con nosotros también en la extrema agonía entre la vida y la muerte. Después de la agonía en Getsemaní Cristo vuelve
a encontrarse cara a cara con el Padre y en el culmen de un sufrimiento
indecible se dirige a él para suplicarle por todos sus verdugos, por cuántos lo
abandonamos cada día.
“Todo está cumplido ”. Todo ha sido alcanzado. Padre he terminado mi labor, he corrido
el camino y he conseguido llegar a la meta. Padre he terminado mi trabajo, mis
estudios, mis tareas. Padre he hecho todo cuanto mes has pedido.
Cada uno de los días de nuestra vida muere,
como murió Cristo en la Cruz y al final de cada uno deberíamos planteamos si
hemos cumplido con el mandamiento de Cristo, el mandamiento del Amor.
“Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu ” Cristo ha muerto y con su muerte la cruz se
ha convertido en el instrumento que ha roto la fragilidad humana que Dios
adoptó; la cruz abre profundamente el corazón de Cristo derrochando Amor,
derrochando salvación.
Y Jesús inclinó la cabeza a la hora de nona.
ORACIÓN:
Cristo de la Expiración expresión máxima del
fracaso humano.
Exponente preclaro del Amor de Dios que en el
árbol de la cruz exaltado por el Padre, triunfante, recorres
nuestras calles todas las tardes del Viernes Santo.
Ayúdanos por intercesión de tu madre y madre
nuestra santa María de los Dolores, a saber vivir con
lo brazos abiertos como Tú, para recibir siempre tu amor.
Y con el corazón contrito y humillado, dispuestos
a acoger, a todos los que por cualquier causa sientan la necesidad de nuestro consuelo
amoroso.
Amén.
PADRE NUESTRO.
Señor Pequé, tened piedad y misericordia de mí.
Decimocuarta Estación:
JESUS ES DEPOSITADO EN EL SEPULCRO
V/ Adorémoste, Cristo, y te bendecimos.
R/ Porque con tu santa cruz redimiste al mundo.
Del evangelio de San Lucas ( 23, 50. 24,29 )
“ Un senador de nombre José, natural de
Arimatea y aguardaba el reinado de Dios. Este acudió a Pilato a pedirle el cuerpo de Jesús. Lo descolgó, lo envolvió en una
sábana y lo puso en un sepulcro cavado en la roca, donde no habían puesto a
nadie todavía. Era día de los preparativos y rayaba el sábado.”
MEDITACIÓN:
Descansa Señor, sublime es tu victoria, grande
tu amor derrochado y eterna nuestra gratitud. Ahora Señor el grano de trigo ha
caído en muchas tierras fértiles y va a germinar. A buen seguro que muchos hoy
han sentido profundamente tocado su corazón, a buen seguro que muchos de
vosotros deseáis volver a casa para abrazar profundamente a vuestros padres, a vuestros
hijos, a vuestros hermanos, a vuestros amigos.
Jesús eligió no descender vivo de la cruz sino
resucitar del sepulcro. Muerte verdadera, silencio auténtico, la Palabra de
vida calla durante tres días.
Tu resurrección comienza en el mismo instante,
Señor, en el que tu madre llena de Angustia y Dolor te acuna nuevamente en sus
brazos y son sus Lágrimas las que dan color y vida a un rostro ensangrentado y
agónico.
Una sabana da la última caricia a aquel cuerpo
celestial. Sabana Santa que servirá para secar de ahora en adelante todas las
lagrimas humanas.
Purificará todo el deterioro que a lo largo de
los siglos cada uno hemos ido añadiendo a nuestra existencia colectiva.
El sepulcro queda convertido con la presencia
del cuerpo inerte de Cristo en la esperanza de una salvación
prometida, en el lugar de la derrota definitiva de la muerte a manos de la VIDA,
en el bello jarrón donde se depositará la más bella de las flores: EL AMOR. En
la definitiva prueba del Amor que Dios Padre, tiene hacia sus hijos, estos que
hoy, acompañamos la imagen desgarradora del Santísimo Cristo de la Noche
Oscura.
ORACIÓN:
Señor, haz de mí un instrumento de tu paz:
donde haya odio, ponga yo amor; donde haya ofensa, ponga yo perdón; donde haya
discordia, ponga yo armonía; donde haya error, ponga yo verdad; donde haya
duda, ponga yo la fe; donde haya desesperación, ponga yo esperanza; donde haya
tinieblas, ponga yo la luz; donde haya tristeza, ponga yo
alegría.
Que no me empeñe tanto: en ser consolado, como
en consolar; en ser comprendido, como en comprender; en ser amado, como en
amar. Porque dando, se recibe; olvidándose de sí, se encuentra; perdonando, se
es perdonado; muriendo, se resucita a la Vida . (San Francisco de Asís)
PADRE NUESTRO:
Señor pequé, tened piedad y misericordia de mí.
REFLEXION FINAL:
Queridos hermanos:
El Señor nos ha permitido un año más
acompañarlo en su viacrucis del Martes Santo. Salgamos ahora de este templo
presurosos a dar cumplida cuenta de nuestra condición de seguidores del
Crucificado viviendo cada uno de nuestros día amando como Cristo nos ama.
Miremos a María durante estos días con la
ternura que merece. Mirémosla en el dolor y mirémosla en su
generoso derroche de fe y unión a Cristo, su Hijo. Acojámosla en nuestra casa y
nuestro corazón porque Cristo nos la ha entregado como nuestra Madre y seamos
junto a ella, siguiendo su ejemplo, modelos de vida generosa y cristiana.
Está claro que el vía crucis de Cristo es un
camino que continúa en el vía crucis del cristiano. Allí donde hay un cristiano
que sufre, allí está viviendo con el Crucificado una de las estaciones del vía
crucis.
Vivamos intensamente estos días del triduo
pascual para recibir alegres y gozosos a Cristo Resucitado.
Buenas noches Hermanos y Hermanas del Santísimo
Cristo de la Noche Oscura.
ORACIÓN AL CRISTO DE LA NOCHE OSCURA
En las tinieblas densas de mis dudas y
ansiedades de mis egoísmos, de mis preocupaciones y de mi dolor, me acerco a Ti
Cristo de la noche oscura.
Cada año te acompaño en tu lenta agonía del Vía
crucis penitencial;
acompáñame Tú cada día en mi trabajo, para que
Tú presencia colme mi vida de fe, de caridad y de Amor al sacrificio.
Con la bendición del Cristo de la Noche Oscura,
podemos ir en Paz.
Cofradía Penitencial Cristo de la Noche Oscura Abril
de 2012