martes, 7 de abril de 2009

VÍA CRUCIS 7 DE ABRIL DE 2009. VICTOR EXPOSITO VILLAR

DESPERTAR

En Dios y en memoria de nuestro amigo y hermano Manolo Molina y a los que como él dedicaron su vida a hacer este mundo mejor, más amable y digno, para aquellos que quieran ver luz donde solo ven tinieblas.

PREFACIO

     Estamos siempre llenos de inquietudes, miedos, tristeza, sembrados de dudas en nuestras rarezas. Estamos ciegos ante lo evidente, continuamente dando vueltas en nuestra cabeza a pensamientos que nos hunden en la soledad de nuestro ego infeliz. “Yo, yo, yo…”, ”y si, y si…”, “quiero, quiero…” ¡Para! ¡Despierta!

     Aquí tienes el camino de plenitud y autorrealización más pleno, es el de Dios. Jesús con su ejemplo nos enseñó por dónde debemos encaminar nuestros pasos para llegar a la Vida. El Vía Crucis es camino de amor, la mayor manifestación de amor de la historia. Que tu vida sea tu vocación.

     Siento una gran alegría cuando veo acciones verdaderas, auténticas, ejemplos con un trasfondo y una didáctica enorme que prenden una chispa, aun ápice, de reflexión, de la manera más actual. Como el amor lo vence todo. Con solo cambiar una vida. Nunca es tarde para hacerlo, nunca es tarde para cambiar, estar en paz. La esperanza del bien sobre el mal; el amor prevalece. Viviendo amando, muriendo amando. Salvando a los demás entregando tu propia vida. Que manifestación más grande del amor. Hoy por hoy, por desgracia y no quiero creerlo, es difícil encontrar en nuestra sociedad valores y principios tan puros. Mi mayor admiración, agradecimiento y enhorabuena para todas las personas que a través de sus medios hacen llegar a los demás aquello que tienen tan claro.

     Niégate a ti mismo, olvídate de ti mismo, no quieras tener algo en nada, no quieras ser algo en nada, que muera tu egoísmo. Cuando empieces a cambiarte a ti mismo, cambiará tu relación con los demás, todo cambiará, y entonces serás feliz, brillarás, y además, este mundo irá cambiando y será mejor.

     Te animo a conocer el camino del Amor. No te des por vencido, es tiempo de cambiar, es hora de despertar. Adelante.

Víctor
Úbeda, 14 de Marzo de 2009


“¡Qué bien sé yo la fuente que mana y corre,
aunque es de noche!

 Aquella eterna fuente está escondida.
¡Qué bien sé yo donde tiene su manida
aunque es de noche!
...
Su claridad nunca es oscurecida
y sé que toda luz de ella es venida
aunque es de noche”.

San Juan de la Cruz

INTRODUCCIÓN
     “Que sólo adoremos a Él, que es el único que es digno de adoración”. “Que seamos coherentes con todas nuestras acciones de la vida, para que como Él podamos llegar al final triunfantes”. “Que seas siempre un ángel que lleve alegría, paz, buenas noticias y consuelo a los hombres”.

     Éstas, eran sólo algunas de las reflexiones que nuestro amigo y hermano, Manolo Molina, nos hacía y transmitía, y de las que aprendemos un amor incondicional a Dios y hacia todos nosotros.

     Y es que “Dios es Amor” y la mayor manifestación de ese amor es en el momento de su muerte. Jesús se entrega totalmente a los hombres, pasa por la dificultad de la cruz y nos salva de todos nuestros pecados. Cuando revivimos el Vía Crucis no es para sufrir, sino para aprender del amor que Dios nos tiene, ese amor incondicional, el de dar su vida por nosotros. Un día Cristo dijo: “no existe amor más grande que dar la vida por los amigos” (Jn. 15, 13). Sufriendo y muriendo en la Cruz, Jesús nos dio la prueba más grande de su amor. Camino de dolor, que Cristo recorre en obediencia al proyecto salvador del Padre,  que “tanto amó al mundo que dio a su Hijo único” (Jn. 3,16).

     Dirijamos esta noche y siempre la mirada a Jesús muerto en la cruz, aprendamos, como se ama a Dios sobre todas las cosas, a entregar la vida por los hermanos, de cómo el perdón vence a la ofensa y al mal se le combate con el bien, como el corazón se abre al amigo y con la aflicción se alivia la pena. “Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, rezad por los que os maltratan” (Lc. 6, 27-28).

     Supliquemos por la reconciliación y la paz, cesen los graves conflictos, cese el derramamiento de sangre y, por la acción del Espíritu se quiebre la dureza del corazón, “los enemigos se abran al diálogo, los adversarios se estrechen la mano, y los pueblos se encuentren en la concordia” (Lit. Rom). Por las personas y rostros, circunstancias y lugares de nuestro mundo que constituyen un vía crucis cotidiano, donde Cristo vive y sufre todavía en muchos de nuestros hermanos y hermanas: en los pequeños y en los pobres, enfermos, presos y perseguidos, en los sin techo y sin patria. Víctimas de la violencia, de la guerra y del terrorismo.

     En el rostro de Cristo resplandece el rostro de Dios. En su pasión se leen los sufrimientos de la humanidad. En los rostros atormentados de hombres y mujeres de nuestro tiempo se distingue el rostro de Cristo acusado, escarnecido, crucificado. Pero su victoria pascual, su triunfo sobre el mal y sobre la muerte es esperanza para toda la humanidad, promesa y anticipación de una vida nueva.

     Hermanos, es normal tener momentos de debilidad y desiertos de la noche de la fe, salgamos de nuestra propia “noche oscura del alma”, “no tengáis miedo”, “Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no camina en las tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Jn. 8, 12).

     Abramos los ojos, escuchemos su voz, ahondemos en nuestro interior y sintamos el aliento de Dios que crea, envuelve y sostiene la vida entera. La fuerza que Dios posee para renovar y transformar a los vivientes. Su energía amorosa que busca siempre lo mejor para sus hijos e hijas.

     Hermanos y hermanas, ha llegado la penumbra de la tarde, nos preparamos a revivir, en la escucha de la palabra, el último tramo de la vida de Cristo. Jesús nos amó y se dio del todo, con su muerte pagó por todos nuestros pecados. Al realizar el Vía Crucis nos disponemos a acompañarlo por el camino del dolor, a ofrecerle nuestro pobre corazón, a amarlo y a agradecerle por su amor incondicional.

     Pidámosle a nuestro Señor, que nos permita acompañarle en este viaje, que podamos ver con atención sus pasos en la Cruz, cada una de sus palabras, y por sobre todas las cosas, el amor que nos tiene. Junto a Él aprenderemos a llevar nuestra propia Cruz.


VIA CRUCIS


“En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”

“Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a si mismo, tome su Cruz y sígame” (Mt. 16,24).

“Dios y hombre verdadero, me pesa de todo corazón haber pecado, porque he merecido el infierno y he perdido el cielo; y sobre todo porque te ofendí a Ti que tanto me amas. Perdóname, Señor, y permíteme que os acompañe en este viaje. Vais a morir por mi amor, pues yo también quiero vivir y morir en el vuestro”.


PRIMERA ESTACIÓN: JESÚS EN EL HUERTO DE LOS OLIVOS.


V/ Adorémoste, Cristo, y te bendecimos.
R/ Porque con tu santa cruz redimiste al mundo.


DEL EVANGELIO DE SAN MARCOS (14, 32-36):

     “Llegaron al huerto llamado Getsemaní, y dijo a sus discípulos: << Quedaos aquí mientras voy a orar >>. Tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, y comenzó a sentir terror y angustia; y les dijo: << Me muero de tristeza; quedaos aquí y velad conmigo>>. Avanzó unos pasos, cayó de bruces y pidió que, si era posible, pasara lejos de él aquella hora. Decía: << ¡Abbá, Padre!, todo te es posible; aparta de mí este cáliz, pero no sea lo que yo quiero, sino lo que quieres tú >>”.


MEDITACIÓN.

     Noche oscura en el huerto de los olivos, soledad inmensa que da miedo, angustia y amargo silencio. Jesús se encuentra sólo y abandonado. Su alma está triste hasta la muerte, Él que calmó las aguas agitadas por el viento ahora no puede apaciguarse a sí mismo.

     Padeció y experimentó en su alma, y de la forma más cruda y amarga, la tristeza y el miedo, las debilidades de nuestra frágil naturaleza humana. Él, libremente, soportó tanto e inmenso dolor por nosotros para ejemplo inigualable, “y entrando en agonía, rezaba con más ardor, y su sudor se hizo como gotas de sangre que chorreaba hasta el suelo” (Lc. 22, 43-44). Se hizo débil por causa del débil y postrándose así en el suelo, con el rostro en tierra ante Dios Padre, humildemente, como hombre, cumplió su voluntad.

     Superó no sólo al sufrimiento que sabía le esperaba sino que también, y aún más difícil de vencer todavía, como hombre, superó su propio temor. Que fortaleza, valentía, entereza, bondad, ¡Qué corazón! ¡Qué amor tan incondicional!

     Oremos esta noche y siempre, concentrándonos dentro de nosotros mismos, descendiendo al vértigo dentro de nuestra propia alma, porque en la soledad silenciosa nace Dios y se le encuentra. Y el silencio es amor.

     “Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no camina en las tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Jn. 8, 12). No estás solo, no tengas miedo, ora hasta escuchar a Dios, no hasta que Él te escuche a ti. Siente su aliento de vida, que crea, envuelve y sostiene. Su fuerza que renueva y transforma. Ahonda en tu interior y encuentra la energía amorosa que busca siempre lo mejor, y con la claridad de tus ojos abiertos caerás en la cuenta. No hay que tener miedo. Nunca. A nada.


“¡Dormido, despierta!

¡Abre tu frente a la

bendición primera

de la luz!

¡Canta feliz de fe,

con el pájaro de la mañana!”


R. Tagore


ORACIÓN.


“Dame valor, Señor,

yo que soy débil, flojo y desespero.

Estoy atemorizado y triste, abatido por el cansancio

y el temor al tormento.

Dame confianza,

Tú que has vencido al mundo.


Enséñame a hacer tu voluntad,

muéstrame tus caminos y

enséñame tus senderos,

coge mi mano derecha y

guíame a lo largo del camino.

Tú que has vencido al mundo”

PADRE NUESTRO.

Señor pequé, tened piedad y misericordia de mi.



SEGUNDA ESTACIÓN: JESÚS ES TRAICIONADO POR JUDAS Y ARRESTADO.


V/ Adorémoste, Cristo, y te bendecimos.
R/ Porque con tu santa cruz redimiste al mundo.


DEL EVANGELIO DE SAN MARCOS (14, 43-46):

      “Aún estaba hablando, cuando llegó Judas, uno de los Doce, y con él un gran tropel de gente con espadas y palos, enviados por los sumos sacerdotes, los maestros de la ley y los ancianos. El traidor les había dado esta señal: <<Al que yo bese, ése es; prendedlo y conducidlo bien seguro>>. Llegó, se acercó y dijo: << ¡Maestro! >>, y le besó. Ellos le echaron mano y le prendieron”.


MEDITACIÓN.

     Judas, amigo; movido por la ambición mezquina de una mísera recompensa, por unas pocas monedas de plata entrega a muerte al Señor del Universo.

     Que hago yo cuando movido por mis intereses, por mi maldito egoísmo, por el maldito dinero, con un corazón cerrado y endurecido, con un corazón de piedra y obstinado, torcido y poco limpio. Cuando mis ojos no ven y mis oídos no oyen tan volcado en mi mismo.

     En nuestra vida no hay compasión, no sabemos sentir el sufrimiento de los demás, vivimos indiferentes a los abusos e injusticias que destruyen la felicidad de tanta gente. Quien no sabe nada de dar y recibir amor, quien no sabe compartir, ni dialogar, quien sólo se escucha a sí mismo, quien se cierra a toda amistad, quien busca su propio interés, quien sólo sabe ganar dinero, competir, triunfar y sólo servir a su inventado y egoísta yo ¿Qué puede saber de Dios? Está condenado a la soledad.

     Y Cristo aun sabiendo que iban a prenderle, no rechaza el beso y dice a Judas: “Amigo ¿A qué has venido?”,”Judas ¿Con un beso entregas al Hijo del hombre?” Jesús lo recibe con serenidad y mansedumbre, sin furia ni venganza, hace frente a la injuria y a la falsedad con verdadera virtud y vence al mal en abundancia de bien. Cumple lo que así decía:”Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, rezad por los que os maltratan”  (Lc. 6, 27-28). Que gran Maestro, que fiel amigo.

     Responde a su mirada. Responded “con una nueva vida, recordando sus palabras, contemplando su pasión y soltando las amarras que os atan a vuestros pecados” (Tomás Moro). Cuando veamos seremos vistos, y cuando amemos seremos amados.

     No hay límite en la bondad de Dios misericordioso, en su perdón, ternura y compasión. Arrepiéntete de corazón. Porque “Dios es amor”, es vida compartida, amistad gozosa, diálogo, entrega mutua, abrazo, comunión de personas. Abre tu corazón e intuye en él a Dios, “en quien vivimos, nos movemos y existimos” y así podremos amar a quienes no nos pueden corresponder, sabremos dar sin apenas recibir y así construir un mundo más amable y digno.


ORACIÓN.


“Jesús,

tarde y arrepentido

me senté en la soledad y lloré.


Un nudo en la garganta me oprime.

Me duele el corazón.

¡Es insoportable el dolor de tu ausencia!

Vacío me encuentro tal inerte madera muerta.


No te merezco.

Perdóname”.


PADRE NUESTRO.

Señor pequé, tened piedad y misericordia de mi.



TERCERA ESTACIÓN: JESÚS ES CONDENADO POR EL SANEDRÍN.


V/ Adorémoste, Cristo, y te bendecimos.
R/ Porque con tu santa cruz redimiste al mundo.


DEL EVANGELIO DE SAN MARCOS (14, 53.55.57-58.60-65):

     “Llevaron a Jesús ante el sumo sacerdote; y se reunieron todos los sumo sacerdotes, los ancianos y los maestros de la ley en pleno. Buscaban un testimonio contra él para condenarlo a muerte, y no lo encontraban. Algunos se levantaron para testificar en falso diciendo: << Nosotros le hemos oído decir: Yo derribaré este templo hecho por mano de hombre, y en tres días edificaré otro que no estará hecho por manos humanas >>. Entonces, en medio de la asamblea, se levantó el sumo sacerdote y preguntó a Jesús: << ¿No respondes nada a los que testifican contra ti? >>  Él permaneció callado y no respondió a nada. De nuevo el sumo sacerdote le preguntó: << ¿Eres tú el Mesías, el hijo del Bendito? >> Jesús le dijo: << ¡Yo soy!, y veréis al hijo del hombre sentado a la diestra del todopoderoso y venir entre las nubes del cielo >>.

     El sumo sacerdote se rasgó las vestiduras y dijo: << ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Habéis oído la blasfemia >>.

     Todos lo condenaron a muerte, se pusieron a escupirlo, le taparon la cara y lo abofeteaban”.


MEDITACIÓN.

    “¡Yo soy!” Con voz clara, limpia, segura, sus palabras nacen de su propio ser, brotan de su amor apasionado al Padre y a los hombres. Palabras creíbles, llenas de vida, de verdad, directas y auténticas. Jesús fue radicalmente libre, el que más, apostó por la verdad sabiendo que le llevaría a la muerte, fue libre porque se realizó plenamente a sí mismo sin pensar jamás en sí mismo.

     En la sociedad estamos acosados por palabras, comunicados, imágenes y noticias de todo tipo. Anuncios, publicidad, noticiarios, discursos y declaraciones invaden nuestro mundo interior. La humanidad entera vive luchando como una jauría de perros por conseguir sexo, dinero y poder, dispuestos a volverse infelices para conseguirlos, egoístas en nuestras vidas, avasallando sin justicia a todos y todo lo que se interponga, “falseando, escupiendo, abofeteando”. Ésta es la causa de nuestra desgracia.

     Y es que, te has preguntado “en serio” cuáles son las columnas sobre las que se apoya tu vida. ¿Cuál es el eje de tu existencia? ¿Para qué vives verdaderamente? “Enfrentémonos con nuestro propio espejo cogiendo el alma por donde quema” (José Luís Martín Descalzo). Porque lo que quieres, deseas, anhelas, es hacia donde vas, hacia donde tu vida se dirige. Te has parado a pensar qué es lo que quieres, lo que tanto anhelas, y si de verdad es eso lo que deseas, porque hacia eso es a donde tu vida se encamina.

     El placer, el confort, el lujo ¿Te da la felicidad? Ahí es donde invertimos la mayor parte de nuestros sueños ¿Da la libertad? Para conseguir dinero hay que renunciar a infinitas cotas de libertad. Da todo menos lo importante: salud, amor, fe, virtud, alegría, paz.

     La obsesión por mandar. Nos encantan los puestos y honores. El poder corrompe. Da fuerza pero quita libertad. “Te crees liberal y comprensivo, el día que te apoderes del látigo, azotarás como te han azotado” (Larra). El poder da ceguera al que lo posee, lo hace incomprensivo, no puede amar y lo introduce en una soledad radical.

     Construye tu vida sobre columnas de amor, solidaridad, trabajo, confianza, justicia, sencillez, así este mundo será diferente y vividero y comenzaría a romperse esa soledad que nos agarrota. “Yo soy el camino, la verdad y la vida” (Jn. 14, 6).

     Párate a pensar ¿Hacia dónde voy? ¿Es eso lo que quiero? Y lucha. Ahora eres libre,  ahora eres dueño de tu propia vida.


ORACIÓN.


“Señor, a tu lado

mi alma está despierta y mi corazón es valiente,

lucho con verdad y por la verdad

conquistando cada día la libertad

para que como Tú pueda llegar al final triunfante.


Respiro esperanza en un mundo justo,

me hago libre en tu presencia y

amo la vida”.


PADRE NUESTRO.

Señor pequé, tened piedad y misericordia de mi.



CUARTA ESTACIÓN:  JESÚS ES NEGADO POR PEDRO.


V/ Adorémoste, Cristo, y te bendecimos.
R/ Porque con tu santa cruz redimiste al mundo.


DEL EVANGELIO DE SAN MARCOS (14, 66–72):

     “Pedro estaba sentado abajo, en el patio; llegó una de las criadas del sumo sacerdote y, al ver a Pedro calentándose, lo miró y le dijo: << También tú andabas con Jesús el nazareno >>. Él lo negó diciendo: << No sé si entiendo lo que dices >>. Salió fuera al vestíbulo, y cantó el gallo. Al verlo de nuevo la criada, volvió a decir a los presentes: << Éste es de ellos >>. Él lo negó otra vez. Y poco después los presentes decían a Pedro: << Ciertamente eres de ellos, porque eres galileo >>. Pero él se puso a maldecir y perjurar: << No conozco a ese hombre que decís >>. Y al instante cantó el gallo por segunda vez. Pedro se acordó de lo que Jesús le había dicho: << Antes que el gallo cante dos veces, me negarás tres >>. Y se echó a llorar”.


MEDITACIÓN.

     Pedro suspira, la mirada  serena de Jesús se cruza con sus ojos enrojecidos y Pedro reconoce su error cobarde. Se ha avergonzado de su amistad, él que había prometido morir antes que renegar de su Maestro y Amigo. Hasta los más íntimos ofenden a Jesús con el pecado. Pedro llora, se conturba y no halla descanso ni consejo. Lleva el alma rota y ensangrentada.

     El mundo en que vivimos, deprisa y ocupados, está falto de amistad, y no hay nada que perfeccione tanto a un ser que dar al otro lo mejor de sí mismo. Un hombre con ganas de ser enteramente hombre tiene que colocar la amistad en uno de los primeros lugares de su escala de valores, porque “nada está jamás perdido para un hombre que sirve a un gran amor o vive una verdadera amistad, pero todo está perdido para el que está solo. No hay más que un sufrimiento: estar solo” (Gabriel Marcel).

     ¿Mi vida y mi alma se alimentan de amor o de egoísmo? El amor conduce a la convivencia, la convivencia a la alegría. Vivir es convivir, no recorta, aumenta; no condiciona, lanza.

     Qué sería yo ahora sin todo lo que recibí prestado de mis padres, hermanos, amigos. Cuántos trozos de mi alma debo a tantos como me han querido y ayudado. Me quedaría desnudo si me los quitaran.

     Vivir es hacer vivir, hay que regalar mucho para estar lleno, crear otras felicidades para ser feliz. El verdadero amor nos saca de nosotros mismos, nos lanza hacia fuera y nos enriquece. El alma se estira cuando se abre porque lo más importante de nosotros mismos está fuera de nosotros, y es que “no existe amor más grande que dar la vida por los amigos” (Jn. 15, 13).

     Soy bueno en medida que amo, vivo en la medida en que amo, debe “darnos vergüenza ser felices nosotros solos” (Camus). Solos podemos tener placer pero no felicidad. La amistad es todo lo contrario al egoísmo, para que crezca hay que cultivarla, tienes que hacer que nazca cada día.

     No tengas miedo del amigo, es el “hermano que has podido elegir a tu gusto”, ten confianza en tu corazón, espera su apoyo, deséale el bien y busca ocasiones de hacérselo, jamás busques la utilidad, respeta lo que es y cómo es, respeta su libertad sin hacerte dueño de su voluntad. Ten franqueza, la amistad es confidencia, más que simple sinceridad, es intimidad compartida. La amistad es generosidad, compartir con naturalidad lo que se es y lo que se tiene. La mano izquierda no debe saber lo que hace la derecha, siempre da más y espera recibir menos. Acepta sus fallos. Descubre cuando se consuela con la palabra y cuándo con la simple compañía. Y abre esa amistad a los demás. Te sentirás libre y sostenido, aceptado tal y cómo eres.

     Todo esto es un “tesoro”, felices los que saben vivirla y cultivarla.


ORACIÓN.


“Ama, como algo natural, tal y como respiras,

ama sin prejuicios ni condiciones,

sin esperas ni reservas,

sin egoísmos ni sombras, sin cadenas ni sumisiones.


Ama con la profundidad insondable del océano,

con la claridad del sol de las montañas,

con la fuerza suprema de vientos huracanados.


Ama con la blanca llama de tu alma despierta,

con la alegría de cielos infinitos.

porque solo por el amor peregrinamos juntos

hacia la dicha divina e inmortal”.


PADRE NUESTRO.

 Señor pequé, tened piedad y misericordia de mi.


QUINTA ESTACIÓN: JESÚS ES JUZGADO POR PILATO.


V/ Adorémoste, Cristo, y te bendecimos.
R/ Porque con tu santa cruz redimiste al mundo.


DEL EVANGELIO DE SAN MATEO (27, 11-14, 22-25):

     “Jesús compareció ante el gobernador, quien le preguntó: << ¿Eres tú el rey de los judíos? >> Jesús respondió: << Tú lo dices >>. Pero nada respondió a las acusaciones que hacían los sumos sacerdotes y los ancianos. Pilato le dijo: << ¿No oyes todo lo que dicen contra ti? >> Pero él no le respondió  a nada, hasta el punto de que el gobernador quedó muy extrañado. Pilato dijo a la gente: << ¿Qué haré con Jesús, a quien llaman el Mesías? >> Todos dijeron: << ¡Que lo crucifiquen! >> Él replicó: << Pues, ¿Qué mal ha hecho? >> Ellos gritaron más fuerte: << ¡Que lo crucifiquen! >> Viendo Pilato que nada conseguía, sino que aumentaba el alboroto, mandó que le trajeran agua y se lavó las manos ante el pueblo, diciendo: << Soy inocente de esta sangre. ¡Vosotros veréis! >> Y todo el pueblo respondió: << Que su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos >>”.


MEDITACIÓN.

     Acaba de amanecer. Jesús comparece maniatado como un delincuente; enfrente el prefecto romano Poncio Pilato: “¿Con que tú eres rey?” Jesús es muy claro: “Mi reino no es de este mundo”. No pertenece a ningún sistema injusto de este mundo. No pretende ocupar ningún trono. No busca poder ni dinero. Sus seguidores no son guardias ni legionarios, se dedican a poner verdad, justicia y amor en el mundo, son testigos. “¿Acaso se trae una lámpara para ocultarla en una vasija o ponerla debajo de la cama? ¿No es para colocarla en al candelero? Porque nada hay oculto que no sea descubierto, y nada secreto que no sea puesto en claro” (Mc. 4, 21-22).

     Los acusadores intuyen la debilidad de Pilato y no ceden. La negación de la verdad ha generado sufrimiento y muerte. Son los inocentes los que pagan el precio de la hipocresía humana. No bastan decisiones a medias. No es suficiente lavarse las manos. Queda siempre la responsabilidad por la sangre de los inocentes.

     Juzgar es una manera de esconder tus propias debilidades, todo lo que te molesta de los otros es una proyección de todo lo que todavía no has resuelto de ti mismo. Cuando tratas de defenderte en realidad estás dándole demasiada importancia a las palabras de los otros y le das más fuerza a su agresión.

     Si aceptas el no defenderte estás demostrando que las opiniones de los demás no te afectan, que son simplemente opiniones y que no necesitas convencer a los otros para ser feliz.

     Se testigo de la verdad y ayuda a los otros a percibir sus cualidades, a percibir sus virtudes, a “brillar”. “Al atardecer de la vida se nos juzgará del amor” (San Juan de la Cruz).


ORACIÓN.

“Mi Señor…

Ayúdame a decir la verdad delante de los fuertes y

a no decir mentiras para ganarme el aplauso de los débiles.


Si me das fortuna no me quites la razón.

Si me das éxito, no me quites la humildad.

Si me quitas la humildad, no me quites la dignidad.


Ayúdame siempre a ver la otra cara de la medalla,

no me dejes inculpar de traición a los demás por no pensar igual que yo.

Enséñame a querer a la gente como a mí mismo.

No me dejes caer en el orgullo si triunfo,

ni en la desesperación si fracaso.

Más bien recuérdame que el fracaso es la experiencia que precede al triunfo.


Enséñame que perdonar es un signo de grandeza y

que la venganza es una señal de bajeza.


Si me quitas el éxito, déjame fuerzas para aprender del fracaso.

Si yo ofendiera a la gente, dame valor para disculparme y

si la gente me ofende dame valor para perdonar.


¡Señor…si yo me olvido de Ti,

nunca te olvides de mí!”


Mahatma Gandhi


PADRE NUESTRO.

Señor pequé, tened piedad y misericordia de mi.



SEXTA ESTACIÓN: JESÚS ES FLAGELADO Y CORONADO DE ESPINAS.


V/ Adorémoste, Cristo, y te bendecimos.
R/ Porque con tu santa cruz redimiste al mundo.


DEL EVANGELIO DE SAN MARCOS (15, 16-19):

     “Los soldados llevaron a Jesús dentro del palacio, al pretorio, y reunieron a toda la tropa; le vistieron una túnica de púrpura, le pusieron una corona trenzada de espinas y comenzaron a saludarlo: << Viva el rey de los judíos >>. Y le golpeaban la cabeza con una caña, lo escupían y, doblando la rodilla le hacían reverencias”.

MEDITACIÓN.

     Jesús, a tu cuerpo ensangrentado y escarnecido, a los fuertes dolores físicos tras ser azotado, se une ahora el dolor moral de nuestra terrible inconsciencia, incoherencia, ceguera.

     Nos dices: “vigilad”, “estad alerta”, “vivid despiertos”. ¿Seguimos  despiertos o nos hemos ido durmiendo poco a poco? Somos “ciegos conduciendo a otros ciegos”.

     “Vigilar es antes que nada despertar de la inconsciencia, es vivir atentos a la realidad, escuchar los gemidos de los que sufren, sentir el amor de Dios a la vida” (José Antonio Pagola). Sin “despertar” seguiremos engañándonos a nosotros mismos.

     “Señor ¿Cuándo te vimos hambriento o sediento o extranjero o desnudo o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?”

     “La lámpara del cuerpo es tu ojo. Cuando tu ojo está sano, todo tu cuerpo está iluminado” (Lc. 11, 34). Trata de ver a Jesús en toda la gente que encuentras cada día ¡Cuántos, equivocándose, miran a las personas y las cosas para poseerlas! Y su mirada es egoísmo y envidia. Mira a Dios fuera de ti para unirte con Él. Él está en el fondo de toda alma que vive. Mira a cada hermano donándote a él para donarte a Jesús, y Jesús se donará a ti. Es ley de amor: “da, y se te dará” (Lc. 6, 38), “amaros los unos a los otros” (Jn. 13, 34).

     “El amor es un Fuego que compenetra los corazones en fusión perfecta. Entonces reencontrarás en ti no más a ti mismo, no más al hermano, reencontrarás el Amor que es Dios viviente en ti. Tal vez morirás sobre una cruz, pero morirás por quien te crucifique, y así el amor tendrá la última victoria” (Chiara Lubich).

     Alza la cabeza. Es lo primero. No vivas encogido y cabizbajo, encerrado en tus miedos y tristezas. Levanta la mirada; amplia el horizonte. La “Vida” es más que esta vida ¡Despierta!

     Ten cuidado que no se te embote la mente, vives atrapado por las cosas, preocupado por el dinero, el bienestar y la buena vida. No termines viviendo de manera rutinaria, frívola y vulgar, demasiado aturdido y vacío para “entender” algo del verdadero sentido de la vida.

     Estate siempre despierto, busca luz, paz e impulso nuevo para vivir, dentro de ti. Y si no tienes fuerza para ser libre y cambiar tu vida, pídesela a Dios que es llama incombustible, manantial insondable, fuente inagotable, infinita energía.


ORACIÓN.

“Solo el amor resistirá

mientras caen como torres dinamitadas

los días, los meses, los años.


Solo el amor resistirá

alimentando silenciosamente la lámpara encendida,

el canto anudado en la garganta,

la poesía anudada en la garganta,

la poesía en la caricia del cuerpo abandonado.


Algún día,

cualquier día,

doblará otra vez el recodo del camino,

lo veré alto y distante,

acercándose,

oiré su voz llamándome,

sus ojos mirándome

y sabré que el amor ha resistido,

mientras todo se derrumbaba”.


PADRE NUESTRO.

 Señor pequé, tened piedad y misericordia de mi.



SÉPTIMA ESTACIÓN: JESÚS CARGA CON LA CRUZ.

V/ Adorémoste, Cristo, y te bendecimos.
R/ Porque con tu santa cruz redimiste al mundo.


DEL EVANGELIO DE SAN MARCOS (15, 20):

     “Después de haberse burlado de él, le quitaron la túnica, le pusieron sus ropas y lo llevaron a crucificar”.

MEDITACIÓN.

     Señor, nos engañamos a nosotros mismos encerrándonos en la mentira de nuestros sueños. Nado con la imaginación en mis caprichos culpando de mis fracasos a los que me rodean, a Ti, a donde vivo, a las circunstancias que me impiden se cumplan los sueños que tanto anhelo y que creo merezco. Qué equivocado estoy. Cuándo me atreveré a reconocer que la verdadera culpa es solo mía.

     Nos hemos olvidado que la felicidad tiene que construírsela cada uno entregándose al amor, un amor que es generosidad, paciencia, respeto a los demás, olvido de sí mismo. Y es que cuanto más nos sentimos nada, más amor desprendemos, más energía nos envuelve y más amor recibimos. Cuanto más te crees alguien cortas ese flujo de energía-amor, te encierras más en ti mismo, te aíslas, no escuchas a Dios, no sientes su fuerza, su hálito de vida que envuelve e impregna todo. Defiendes tu “yo” con ira y miedo.

     Tú no eres el mundo. Encuentra dentro de ti, en tu corazón, la voz de Dios que te hace entrar, si la escuchas, en un reino que no es de este mundo, donde se sirve el amor verdadero, la justicia, la pureza, la mansedumbre, la pobreza, donde rige el dominio de sí mismo.

     Tienes que nadar contracorriente, contra el bullicio del mundo, contra el ruido que hay fuera y dentro de ti, que no deja sitio al silencio para escuchar a Dios.

     “El que quiera venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz cada día y me siga” (Lc. 9,23).

     No te des mucha importancia, y se humilde, pues cuanto más te muestras superior, inteligente y prepotente, más te vuelves prisionero de tu propia imagen y vives en un mundo de tensión e ilusiones. Se discreto, preserva tu vida íntima, de esta manera te liberas de la opinión de los otros y llevarás una vida tranquila volviéndote invisible, misterioso, indefinible, insondable.

     No eres nada, “niégate a ti mismo”, y serás luz y amor para las innumerables llagas que desgarran a los hombres. Tu “yo” ha muerto, “queda tu verdadera identidad divina, tu identidad auténtica” (Willigis Jäger). Brilla.


ORACIÓN.

“En una noche oscura,

con ansias en amores inflamada,

¡oh dichosa ventura!,

salí sin ser notada,

estando ya mi casa sosegada.


A oscuras y segura

por la secreta escala, disfrazada,

¡oh dichosa ventura!

a oscuras y en celada,

estando ya mi casa sosegada.


En la noche dichosa,

en secreto, que nadie me veía,

ni yo miraba cosa,

sin otra luz ni guía

sino la que en el corazón ardía.


Aquésta me guiaba

más cierta que la luz del mediodía,

adonde me esperaba

quien yo bien me sabía,

en parte donde nadie parecía.


¡Oh noche que me guiaste!,

¡oh noche amable más que el alborada!,

¡oh noche que juntaste

Amado con amada,

amada en el Amado transformada!


En mi pecho florido,

que entero para él solo se guardaba,

allí quedó dormido,

y yo le regalaba,

y el ventalle de cedros aire daba.


El aire de la almena,

cuando yo sus cabellos esparcía,

 con su mano serena

en mi cuello hería,

y todos mis sentidos suspendía.


Quédeme y olvidéme,

el rostro recliné sobre el amado,

cesó todo, y dejéme,

dejando mi cuidado

entre las azucenas olvidado”.


La Noche Oscura

San Juan de la Cruz

 Canciones del alma que se goza de haber llegado al alto estado de la perfección, que es la unión con Dios, por el camino de la negación espiritual)


PADRE NUESTRO.

Señor pequé, tened piedad y misericordia de mi.



OCTAVA ESTACIÓN: JESÚS ES AYUDADO POR EL CIRINEO A LLEVAR LA CRUZ.


V/ Adorémoste, Cristo, y te bendecimos.
R/ Porque con tu santa cruz redimiste al mundo.


DEL EVANGELIO DE SAN LUCAS (23, 26):

     “Cuando lo conducían, echaron mano de un tal Simón de Cirene, que venía del campo, y le cargaron la cruz para que la llevara detrás de Jesús”.


MEDITACIÓN.

    Caminas Jesús solo hacia el Calvario, con tu cuerpo exhausto, torturado, ensangrentado. Sobre tus hombros carga el peso de la cruz, el peso del mundo. Déjame ayudarte Señor con tu carga porque tu sangre no será inútil para nuestros hermanos.

     Hacen falta personas para dar luz, amor, ejemplo, fuerza  y hacer de este mundo más justo, bueno, tolerante, amable y digno. ¿Eres tú una de ellas?

     Se un espíritu libre, fiel a tu propia alma atreviéndote a ser diferente si para ello es necesario. Ten coraje para afrontar la vida. “Uno adapta los vestidos o el vocabulario, no el corazón o las ideas” (José Luis Martín Descalzo).

     Ayuda a Cristo con la carga, se “Cirineo” haciendo el bien al mundo. La regla de oro de la caridad: “Todo lo que queráis que os hagan los hombres, hacédselo también vosotros a ellos” (Mt. 7, 12).

     Vivir es saberse queridos, sentirse queridos. Ningún problema es verdadero y totalmente grave mientras se tenga a alguien a nuestro lado. Lo que los demás necesitan verdaderamente de ti no es ni siquiera tu ayuda, sino tu amor. Para un enfermo es la compañía sonriente la mejor de las medicinas. Para un viejo no hay ayuda como un rato de conversación sin prisas y un poco de comprensión de sus rarezas. El indigente necesita más nuestro cariño que nuestra limosna. Para el parado es tan necesario sentirse persona trabajando como el sueldo que por el trabajo le pagarán.

     La sonrisa es la más barata de las ayudas, hace mucho y no cuesta nada, todo será tan distinto si das una sonrisa de amor cada día. No seas “Cirineo obligado”, porque dar sin amor es ofender y Dios está con quien ama y “tú debes ser aquí el Amor perfecto” (Chiara Lubich).

     Se la “sal” del mundo que da sabor a nuestra existencia.


ORACIÓN.


“Señor,

quiero ser digno de tu cruz,

quiero ser un espíritu libre fiel a mi alma.


Dame coraje para afrontar la vida.

Quiero luchar por un mundo justo, amable y digno.


Concédeme la gracia de tu luz,

Tú que has vencido a la muerte.


Ilumíname Señor

para ser aquí el Amor perfecto”.


PADRE NUESTRO.

Señor pequé, tened piedad y misericordia de mi.



NOVENA ESTACIÓN: JESÚS ENCUENTRA A LAS MUJERES DE JERUSALÉN.



V/ Adorémoste, Cristo, y te bendecimos.
R/ Porque con tu santa cruz redimiste al mundo.

                                                 

DEL EVANGELIO DE SAN LUCAS (23, 27 - 31):

     “Lo seguía mucha gente del pueblo y mujeres, que se daban golpes de pecho y se lamentaban por él. Jesús se volvió a ellas y les dijo: << Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí; llorad por vosotras y por vuestros hijos, porque vienen días en los que se dirá: Dichosas las estériles, los vientres que no han dado a luz y los pechos que no han amamantado. Entonces comenzarán a decir a las montañas: Caed sobre nosotros, y a los collados: Sepultadnos; porque si esto hacen al leño verde, ¿Qué no harán al seco? >>”.

MEDITACIÓN.

     Jesús, aun con tu cuerpo cansado y destrozado, tu corazón apuñalado y tu alma flagelada por egoísmos ciegos, tienes un rostro amable, una mirada tierna y unas palabras sinceras, pensando más en aquellas pobres madres que en tu propio sufrimiento.

     Y es que de qué nos sirven los lamentos y llantos y golpes de pecho por las desgracias acaecidas o por los errores del pasado, y más, si además estuvo la solución en nuestras manos. Hay que aceptar y actuar. “Dichosos los que lloran porque serán consolados” “Los que siembran entre lágrimas, cosecharan entre cantares”.

     Si vives en el pasado de un error, una catástrofe o una pérdida, surge la autocrítica, el rencor o la culpa, convirtiéndolas en parte de tu “yo”, “tuyo”, en parte de tu identidad. Lo mismo ocurre con la necesidad obsesiva de llegar, de alcanzar, de “lograrlo”. ¿Por qué estáis tan ansiosos? Dice Jesús. Esperamos a terminar la carrera, a tener un trabajo, a tener un coche, a casarnos, a tener hijos…el fin de semana, el verano, las vacaciones…y luego qué. La raíz del sufrimiento se halla en nuestro constante desear, anhelar, lo que nos ha convertido en una civilización muy infeliz y extraordinariamente violenta siendo una amenaza para sí misma y para todas las formas de vida del planeta.

     El sufrimiento necesita tiempo; no puede sobrevivir en el ahora “¿Qué falta en este momento?” (Rinza).

     Si te falta algo es que has dejado de mirar y de oler las flores que están a los lados del camino, has dejado de interesarte por la belleza y el milagro de la vida que se desarrolla a tu alrededor cuando estás presente en el aquí y ahora. La felicidad es ahora.

     “El tiempo es lo que impide que la luz llegue a nosotros. No hay mayor obstáculo para llegar a Dios que el tiempo” (Neister Eckhart). Porque vivir el ahora es el único punto que puede llevarte más allá de los limitados confines de la mente, es el acceso al reino informe e intemporal de Dios.

     El tiempo es una ilusión. Lo que percibes como precioso no es el tiempo, sino un punto que está fuera del tiempo: el ahora. Ese sí que es precioso. Cuanto más te enfocas en el tiempo – pasado y futuro más pierdes el ahora, lo más precioso que hay. Porque es lo único que hay. El eterno presente es el espacio dentro del que se despliega la vida, el único factor que permanece constante. La vida es ahora. No ha habido nunca un momento en que tu vida no fuera ahora, ni lo habrá jamás.

     En cuanto honras el momento presente, toda infelicidad y esfuerzo se disuelven, y la vida empieza a fluir con alegría y suavidad. Si tus actos surgen de la conciencia del momento presente, cualquier cosa que hagas, hasta la acción más simple, quedará impregnada de calidad, cuidado y amor.

     Estás despertando del sueño del tiempo al presente, permite y reconoce la “cualidad” de las cosas. Entra profundamente en el ahora. Emplea tus sentidos plenamente. Trata de estar donde estás. Mira a tu alrededor. Simplemente mira, sin interpretar. Observa la luz, las formas, los colores, las texturas. Se consciente de la presencia silenciosa de cada cosa. Se consciente del espacio que permite que cada cosa sea. Escucha los sonidos; no los juzgues. Escucha el silencio debajo de los sonidos. Toca algo, cualquier cosa, y siente y recorre su Ser. Observa el ritmo de tu respiración; siente como fluye el aire dentro y fuera, siente la energía de vida dentro de tu cuerpo. Permite que todo sea, tanto dentro como fuera.

     “Acepta; y después actúa. Acepta cualquier cosa que contenga el momento presente como si la hubieras elegido. Trabaja siempre a favor del momento, no contra él. Haz del presente tu amigo y aliado, no tu enemigo. Esto transformará milagrosamente tu vida” (Eckhart Tolle).

     “Todo se muestra cuando queda expuesto a la luz, y lo que queda expuesto a la luz se convierte en luz” (San Pablo).


ORACIÓN.

“Señor,

dame serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar,

valentía para cambiar las cosas que sí puedo cambiar y

sabiduría para conocer la diferencia”.


Marco Aurelio

PADRE NUESTRO.

Señor pequé, tened piedad y misericordia de mi.



DÉCIMA ESTACIÓN: JESÚS ES CRUCIFICADO.


V/ Adorémoste, Cristo, y te bendecimos.
R/ Porque con tu santa cruz redimiste al mundo.
                                                 

DEL EVANGELIO DE SAN LUCAS (23, 33 - 34):

      “Cuando llegaron al lugar llamado Calvario, crucificaron allí a Jesús y a los criminales, uno a la derecha y otro a la izquierda. Jesús decía: << Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen >>. Y se repartieron sus vestidos a suertes”.

MEDITACIÓN.

     Dolorosos martillazos indiferentes, clavos fríos y crueles taladran tus manos y pies. A desgarrones quitan tus vestidos. Te has quedado sin nada; desnudo, sólo con la cruz. Y sigues teniendo fuerzas mientras te cosen: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”. Inolvidable. Así eres Jesús. Así has vivido siempre: ofreciendo amor, perdón y paz a todos, aunque te rechacen, aunque no se lo merezcan. “Así está Dios en la cruz: no acusando al mundo de sus pecados, sino ofreciendo su perdón” (José Antonio Pagola). ¡Qué desprendimiento más radical! Murió como había vivido, Jesús murió amando, hasta el final.

     ¿Qué haces tú, para que la sangre de Cristo no sea inútil para ti y para nuestros hermanos?

     Estamos llenos de superficialidad, indiferentes del mundo, sin ideales, hundidos en fracasos y dificultades. Sufriendo por problemas anticipadamente por los que podrían tal vez llegarnos algún día. Desconfiando de todos, ambiciosos, dedicados a nosotros solo. Resignados, acorralados.

     Y Tú Señor, clavado en el madero por nuestro amor. ¡Sentid y conoced la fuerza que mana y atrae de la desnudez de la cruz! Su amor ilimitado es abrazo universal.

     “Es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado en alto, para que todo el que crea en Él tenga la vida eterna. Porque tanto amó Dios al mundo que le dio su Hijo único, para que todo el que crea en Él, no se pierda, sino que tenga la vida eterna” (Jn. 3, 14 – 16).

     Despierta, estruja la vida, vívela intensamente, cada hora muerta es como si te arropases con tu propia losa. Devuelve el abrazo a Dios, estate en su gracia y siente su amor infinito.

     Ten algún gran ideal. Fe en el futuro y confianza en la vida. Asume cada día los problemas de hoy y no te anticipes. Piensa lo positivo y lo bueno. Cree descaradamente en el prójimo, es preferible ser engañado una vez que pasarnos toda la vida desconfiando de todos, perpetuamente engañados. Dedícate más a sus problemas que a los propios, así se curarán o mitigarán los dos. Ama sin preguntarte si te lo agradecerán, a la larga, incluso en este mundo, el amor acaba funcionando y nos querrán más de lo que nos merezcamos. Despierta cada mañana como recién nacido, cuelga cada noche en el perchero las preocupaciones de ayer y duerme olvidándolas. Sonríe, aunque no tengas ganas. Aprende de los niños y de los santos. Da tiempo al tiempo. No seas demasiado ambicioso, quiere pocas cosas, pero quiérelas apasionadamente. Alimenta tu alma. Ama lo que tienes que hacer. Descubre que casi siempre los disgustos que te llevas son mayores que los motivos que los causan.

     “Cree en algo muy en serio. Lucha por ello. Sigue luchando cuando te canses. Y sigue de nuevo cuando te canses de seguir” (José Luis Martín Descalzo).


ORACIÓN.

“Debemos amar

 la arcilla que va en tus manos.


Debemos amar

 tu arena hasta la locura.


Y si no,

no la emprendas que será en vano.


Sólo el amor

alumbra lo que perdura,

sólo el amor

convierte el milagro en barro.


Debes amar

la hora que nunca brilla.


Y si no,

no pretendas tocar lo cierto.


Sólo el amor

engendra la maravilla,

sólo el amor consigue encender lo muerto”.


PADRE NUESTRO.

Señor pequé, tened piedad y misericordia de mi.



UNDÉCIMA ESTACIÓN: JESÚS PROMETE SU REINO AL BUEN LADRÓN.


V/ Adorémoste, Cristo, y te bendecimos.
R/ Porque con tu santa cruz redimiste al mundo.
                                         

DEL EVANGELIO DE SAN LUCAS (23, 39 – 43):

     “Uno de los criminales crucificado le insultaba diciendo: << ¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros >>. Pero el otro le reprendió diciendo: << ¿Ni siquiera temes a Dios tú que estás en el mismo suplicio? Nosotros estamos aquí en justicia, porque recibimos lo que merecen nuestras fechorías; pero éste no ha hecho nada malo >>. Y decía: << Jesús, acuérdate de mí cuando cuándo vengas como rey >>. Y le contestó: << Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso >>”.


MEDITACIÓN.

     Agonizando en medio de tanta burla el viento del Calvario cierne y zarandea las tres cruces. “Hoy estarás conmigo en el paraíso”. Las palabras sinceras ante la muerte siempre son solemnes.

     Señor no nos dejas hundidos en nuestro pecado y en nuestra impotencia ante la muerte. No escapas de la cruz uniéndote para siempre a todos los crucificados de la historia. No temes a la muerte. Eres el hombre más humano que ha existido y existe.

     La cruz es un paso para alcanzar el Reino de Dios. No todo es cruz. Esa es la meta.

     Jesús nos das promesa solemne de vida eterna, de eterno amor. Quitas miedos, contagias esperanza, infundes confianza. Hasta el final.

     “Cuántas veces actuamos como el mal ladrón ante el sufrimiento, el dolor, la enfermedad: si eres Dios, si eres Poderoso, si me amas; líbrame, haz que no me ocurra esto, aparta de mí esta calamidad… Y llegamos hasta pedir un milagro como condición de credibilidad, de amor” (Manolo Molina).

     Descubre la magnitud y grandeza de Dios. Conviértete y confía. Haz como el “buen ladrón” y “roba” el Cielo.


“Nada te turbe

nada te espante;

todo se pasa,

Dios no se muda,

la paciencia todo lo alcanza:

Quien a Dios tiene nada le falta:

sólo Dios basta”.


Santa Teresa de Jesús


 ORACIÓN.

“No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.

Tú me mueves, Señor, muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido,
muéveme ver tu cuerpo tan herido,
muévanme tus afrentas y tu muerte.

Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera,
que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno, te temiera.

No me tienes que dar porque te quiera,
pues aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera”.

Anónimo


PADRE NUESTRO.

Señor pequé, tened piedad y misericordia de mi.



DUODÉCIMA ESTACIÓN: JESÚS CRUCIFICADO, LA MADRE Y EL DISCÍPULO.


V/ Adorémoste, Cristo, y te bendecimos.
R/ Porque con tu santa cruz redimiste al mundo.
                                                 

DEL EVANGELIO DE SAN JUAN (19, 25 – 27):

     “Estaban en pie junto a la cruz de Jesús, su madre, María de Cleofás, hermana de su madre, y María Magdalena. Jesús, al ver a su madre y junto a ella a su discípulo preferido, dijo a su madre: << Mujer, ahí tienes a tu hijo >>. Luego dijo al discípulo: << Ahí tienes a tu madre >>. Y desde aquel momento el discípulo se la llevó con él”.

MEDITACIÓN.

     María, a través de tus lágrimas ves tan salvaje y atroz tortura al pie de la cruz. No hay dolor semejante al dolor que te atormenta. Tu hijo descolgado, destrozado, escarnecido. Su sangre gotea en tus manos y no puedes hacer nada. Eres la esclava del Señor, tu corazón está traspasado por un dolor hecho de entrega total y absoluta a la Voluntad de Dios.

     “No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin” (Lc. 1, 30 – 33).

     Madre de todos los hombres, la orfandad de la humanidad está restaurada. En la cruz Jesús te entrega para que seas nuestra madre: “Mujer, ahí tienes a tu hijo” “Ahí tienes a tu madre”. Ya somos una familia. Todos, sin importar el color de la piel o si tenemos creencias diferentes.

     Pero ¡Cuánto dolor sigues padeciendo Santa Madre al ver sufrir a tantos hijos tuyos!

Qué familia tan ingrata donde unos hermanos le hacen la vida imposible a otros o se matan o se desprecian o están en la total indiferencia.

     Tomemos consciencia de esta ingratitud e intentemos remediarla de la mejor manera: amando. Porque “nadie es capaz de cambiar si no se siente querido, si no experimenta una razón positiva para cambiar, si no tiene una fuerza interior suficiente para subirse por encima de sus fallos” (José Luis Martín Descalzo). Por eso a tu hijo, a tu amigo: tu hermano, quiérele, quiérele ahora más que nunca. No le eches en cara sus defectos, que él ya conoce de sobra. Quiérele. Confía en él. Hazle comprender que le quieres y que le querrás siempre, con defectos o sin ellos, le dará fuerza para sentirse hombre. Con continuos reproches lo más probable es que multipliques su amargura y le hagas encastillarse en sus defectos, aunque sólo sea por amor propio. Él debe conocer que esos fallos suyos te hacen sufrir. Pero debe saber también que tú le amas lo suficiente como para sufrir por él todo lo que sea necesario. Y nunca le pases factura de ese amor, es tu deber. Y cuando te canses de perdonar, porque te cansarás por mucho que lo quieras, acuérdate alguna vez de que también Dios nos quiere tal y como somos y tiene con nosotros mucha más paciencia que nosotros con los nuestros.

     Un poco de aumento de amor seguro vale mucho más que mil reproches.

     Te quiero tal y como eres.

ORACIÓN.

“La tarde de Viernes Santo

 cuando muere Jesús

 es tarde de pena y llanto

 sola junto a la cruz.



Miras al hijo muerto

 me miras luego a mí

tú me lo diste en vida

yo te lo doy así.



Quién le cargó el madero

 quién le obligó a subir

 quién clavó al cordero

y le obligó a morir.



Miras al hijo muerto

 me miras luego a mí

tú me lo diste en vida

yo te lo doy así.



Aunque tu alma llora

llora junto a la cruz

con tu dolor Señora

 tú nos has dado la luz.



Miras al hijo muerto

 me miras luego a mí

tú me lo diste en vida

yo te lo doy así.”


PADRE NUESTRO.

Señor pequé, tened piedad y misericordia de mi.



DECIMOTERCERA ESTACIÓN: JESÚS MUERE EN LA CRUZ .


V/ Adorémoste, Cristo, y te bendecimos.

R/ Porque con tu santa cruz redimiste al mundo.
                                                 

DEL EVANGELIO DE SAN MARCOS (15, 33 – 34, 36, 37 – 38):


     “Desde el medio día se oscureció toda la tierra hasta las tres de la tarde. Y hacia las tres de la tarde Jesús gritó con fuerte voz: << Eloí, Eloí, lemá sabaktani >> << ¡Dios mío, Dios mío! ¿Por qué me has abandonado? >>. Uno fue corriendo a buscar una esponja, la empapó en vinagre, la puso en una caña y le dio de beber.

Pero Jesús, lanzando un gran grito, expiró.

La cortina del templo se rasgó en dos de arriba abajo. El oficial, situado frente a él, al verlo expirar así, exclamó: << Verdaderamente este hombre era hijo de Dios >>”.

MEDITACIÓN.


“Tengo el alma rota y ensangrentada, el dolor es mi cuerpo.

De rodillas en el suelo veo tu cuerpo descolgado, desgajado.

Sólo así, de rodillas postrado ante Ti, veo tu rostro desfigurado.



Quiero beber la sangre que escurre hasta la tierra,

quiero sacar los clavos que te cosen al madero,

quiero bajarte y abrazarte.



Corazones de piedra,

egoísmos ciegos,

almas dormidas

te han matado.



Me da vergüenza estar yo vivo

estando tus inocentes manos taladradas.

Lloro en mi impotencia y juro

que tu muerte no va a ser en vano.



Has muerto para darme la vida,

con tu muerte has reconciliado todo,

en tu muerte he aprendido la lección suprema del amor,

con tu muerte las tinieblas de mi desesperación

se han convertido en luz.

Desde tu muerte

ya tiene sentido mi muerte”.


     Jesús grita fuerte antes de morir, no es un grito desesperado desde luego, ni del dolor físico porque ya no tenía fuerzas ni para sufrir, es un grito desde la noche oscura de su alma en que ve si no será inútil después de todo su muerte. Es un grito al mundo, es un grito a despertar nuestra inconsciencia. Y es que ningún ser vivo entró jamás en la muerte tan sólo y desarmado. Tuvo que compartir la muerte de todos, más que una muerte eran muchas reunidas, su muerte fue “más” que el que sólo muere la propia. Nadie ha caído tan hondo en la nada, porque era el Hijo de Dios, la pureza misma, la misma vida.

     ¿Cómo no iba a gritar? Gritó, gritó. Y su grito sigue ahí. Hay que guardar silencio para oír ese grito. Hay que amar para oírlo.

     “Todo queda consumado, todo se ha cumplido”.


ORACIÓN.

“En esta tarde, Cristo del Calvario,

 vine a rogarte por mi carne enferma, pero, al verte,

 mis ojos van y vienen de tu cuerpo a mi cuerpo con vergüenza.



¿Cómo quejarme de mis pies cansados, cuando veo los tuyos destrozados?

¿Cómo mostrarte mis manos vacías, cuando las tuyas están llenas de heridas?



¿Cómo explicarte a Ti mi soledad, cuando en la cruz, alzado y sólo estás?

¿Cómo explicarte que no tengo amor, cuando tienes rasgado el corazón?



Ahora ya no me acuerdo de nada, huyeron de mí todas mis dolencias,

 el ímpetu del ruego que traía se me ahoga en la boca pedigüeña.



Y solo pido, no pedirte nada,

 estar aquí, junto a tu imagen muerta,

 ir aprendiendo que el dolor, es solo,

 la llave santa de tu santa puerta”.


PADRE NUESTRO.

Señor pequé, tened piedad y misericordia de mi.


DECIMOCUARTA ESTACIÓN: JESÚS ES DEPOSITADO EN EL SEPULCRO.


V/ Adorémoste, Cristo, y te bendecimos.
R/ Porque con tu santa cruz redimiste al mundo.
                                                 

DEL EVANGELIO DE SAN MATEO (27, 57 – 61):

     “Al caer la tarde, vino un hombre rico de Arimatea, llamado José, que era también discípulo de Jesús. Se presentó a Pilato, le pidió el cuerpo de Jesús, y Pilato mandó que se lo dieran. José tomó el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia y lo depositó en su propio sepulcro nuevo, que había hecho excavar en la roca. Hizo rodar una losa grande para cerrar la puerta del sepulcro y se fue. Estaban allí María Magdalena y la otra María, sentadas frente el sepulcro”.


 MEDITACIÓN.

     Tras la tragedia, en un remate de ternura y dramatismo, Jesús es sepultado para que su cadáver no quedara expuesto y entregado a la noche. El que nació sin nada, yace ahora en un sepulcro que no es suyo. Se ha despojado de todo hasta de su propia vida. Todo se hace silencio, terrible silencio. El silencio de Dios.

     Señor, la piedra fría del sepulcro que recibe tu cuerpo es eco de nuestras frialdades. Hay mucho que cambiar en esta vida, es hora de despertar, de tomar decisiones, de empeñarnos en ser como Dios quiere, respondiendo a los que nos pide. ¡Nunca es demasiado tarde!

     Descubre que tu lugar definitivo no es la tierra, sino que estás hecho para el Cielo. Todo no acaba en la cruz, la muerte es el paso que nos lleva a la vida verdadera, a la vida eterna, al día sin ocaso. La muerte no es el final, el señor ha vencido a la muerte.

     Siente la esperanza brotar en tu ser. Aquello por lo que hemos amado a Jesús no morirá jamás porque no vive hoy menos en ti de lo que vivió mientras vivía.


“¡Oh llama de amor viva,

que tiernamente hieres

de mi alma en el más profundo centro!;

pues ya no eres esquiva,

acaba ya, si quieres;

rompe la tela de este dulce encuentro”.


San Juan de la Cruz

ORACIÓN.

“Tú me ofreces la vida con tu muerte
y esa vida sin Ti yo no la quiero;
porque lo que yo espero, y desespero,
es otra vida en la que pueda verte.

Tú crees en mí. Yo a Ti, para creerte,
tendría que morirme lo primero;
morir en Ti, porque si en Ti no muero
no podría encontrarme sin perderte.

Que de tanto temer que te he perdido,
al cabo, ya no sé qué estoy temiendo:
porque de Ti y de mí me siento huido.

Mas con tanto dolor, que estoy sintiendo,
por ese amor con el que me has herido,
que vivo en Ti cuando me estoy muriendo”.

PADRE NUESTRO.

Señor pequé, tened piedad y misericordia de mi.


REFLEXIÓN FINAL.


“En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”

Amen


Aquí terminan las Estaciones de la Cruz.
Gracias Dios y siempre gracias. Me diste primero el ser. Esta maravilla de ser hombre. El gozo de respirar la belleza del mundo. Saberme amado, sentirme amado, experimentar Tu presencia cotidiana. Eres Tú quién da fuerza y vigor a todo.

Gracias por el don de tu Hijo Jesús. Él nos amó y entregó su vida por nosotros; también nosotros, de ahora en adelante, trataremos de amarlo sobre todas las cosas y de vivir conducidos por su mismo espíritu con ganas de ser mejores cada día. Porque el Cielo lo tenemos ya desde el momento en que podemos amarte. Y ese amor ya es, por sí solo, la felicidad.

Gracias por cuanto has hecho por nosotros. Me acerco a Ti con toda confianza y te pido sinceramente perdón por todos los pecados que haya cometido y te renuevo la entrega total de mi vida.

 Gracias.

ORACIÓN AL CRISTO DE LA NOCHE OSCURA.

“En las tinieblas densas de mis dudas y ansiedades,

de mis egoísmos, de mis preocupaciones y de mi dolor,

 me acerco a Ti, Cristo de la Noche Oscura.

Cada año te acompaño en tu lenta agonía del Vía Crucis Penitencial;

acompáñame Tú cada día en mi trabajo

 para que Tu presencia colme mi vida

 de fe, de caridad y de amor al sacrificio”.



Con la bendición del Cristo de la Noche Oscura, podemos ir en Paz.

“Sé feliz y que dentro de esa felicidad nuestra, como primer eslabón esté, el sabernos amados de Dios y hermanos de todos los hombres”. Manolo Molina.

Si solo algunas de estas palabras han traspasado tu piel y tu alma,
y te han conmovido. Si ha cambiado algo dentro de ti. Si te has
hecho más tolerante y si en tu alma empieza a aflorar benevolencia
hacia la vida. Si te hacen despertar, es mi mayor logro y
la razón de estas hojas.

Víctor

Úbeda, Marzo de 2009